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Chamanes y Presidentes

Una de las imágenes políticas más sorprendentes y menos conocidas de los últimos meses en el escenario político internacional se vio en la II Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones que se celebró los días 9 y 10 de diciembre de 2006 en Cochabamba, en Bolivia. A la cumbre asistieron los presidentes de Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Paraguay, Venezuela, Guyana y Bolivia que, junto a los jefes de las delegaciones de Argentina y Ecuador, forman parte de la Comunidad.

La foto oficial consistió en una ofrenda de liturgia indígena, en la que los mandatarios, después de posar con unas vasijas de barro llenas de chicha (bebida de maíz fermentado), en actitud reverencial, las rompieron y arrojaron, cumpliendo así con la costumbre boliviana de la ch’alla a la Pachamama (Madre Tierra), pidiendo así su bendición y prosperidad para el proyecto político sudamericano.

Semanas después, el presidente electo Rafael Correa fue bendecido, un día antes de su toma de posesión en el Congreso, por un grupo de chamanes ecuatorianos que, reunidos en Zumbahua, invocaron a los dioses de los Andes para limpiar las malas energías y purificar el espíritu del nuevo presidente. Ramas, flores, plantas, cintas y licores bendecidos por los chamanes se lanzaron ceremoniosamente sobre Correa, vestido con una hermosa camisa de hilo blanco con motivos andinos. Correa recibió el bastón de mando de las comunidades indígenas de manos del prefecto de Cotopaxi, el indígena César Umajinga, en una ceremonia que se realizó en quechua con traducción al español. La imagen dio la vuelta al mundo como en su día sucedió con la ceremonia indígena del Presidente Evo Morales. La otra ceremonia, la oficial en el Congreso, con la banda de la enseña nacional cruzada sobre su traje, con corbata y la jura del electo presidente «ante Dios y el pueblo», no consiguió superar las fronteras ecuatorianas.

Para los nuevos líderes políticos latinoamericanos los votos parecen no ser suficientes y las instituciones democráticas no ofrecen los elementos simbólicos que su arraigado orgullo reclama. Chamanes antes que diputados y senadores. Dioses de los Andes y de la Tierra en lugar de Biblias y Constituciones. Vasijas de ch’alla como si fueran urnas con votos. Un viejo mundo simbólico, que se nutre del indigenismo y de la historia ancestral, cobra nuevo vigor con la llegada de Morales y Correa, tampoco renuncian a él Lula y Chávez. «Ha empezado a surgir esa América Latina altiva, digna, soberana, justa y socialista del siglo XXI», afirmó Correa en los Andes. «Nunca existió un clima político tan favorable para nuestra integración» proclamó Lula en Río de Janeiro, durante la 33ª Cumbre de Mercosur del pasado mes de enero, al proponer la Comunidad Sudamericana de Naciones como el espacio de integración superior al Mercosur y a la Comunidad Andina de Naciones.

Sea para el orgullo indígena, la revolución bolivariana o la integración económica y política sudamericana, el mundo ritual y simbólico indígena muestra nuevas posibilidades para la comunicación y la estética política ofreciendo una renovada legitimación que nace de la Tierra y se funde en las tradiciones más primitivas.

Fotografía: Matthew Smith en Unsplash

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