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Endeudados, desconfiados…y abstencionistas

El caudal de reflexiones sobre las causas de la abstención y del voto en blanco en las últimas elecciones no incluirá, seguramente, vinculación alguna entre la situación económica y la participación. Sorprendentemente, se escribe poco sobre la relación existente entre la situación económica de los ciudadanos y el malestar con la política formal. Relación que se expresa, de momento, con una dosis creciente de desconfianza, indiferencia y aburrimiento hacia la política, mientras la deuda atenaza las economías familiares.

Endeudados. Hasta las cejas. El crédito hipotecario concedido a las familias para la adquisición de una vivienda, que supone un tercio del total del negocio crediticio de bancos y cajas,  creció en 2006 hasta los 500.000 millones de euros, casi el triple que en el año 2000.  La deuda media por habitante se ha duplicado, según los últimos datos publicados recientemente por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) en sus Cuadernos de Información Financiera.Es la consecuencia del frenético endeudamiento emprendido para financiar unas viviendas cada vez más caras y un mayor consumo en general. La renta per cápita crece lentamente, pero la deuda se dispara y entidades como la OCU vienen advirtiendo  que la situación se está volviendo insostenible para muchas familias que contraen obligaciones crediticias «en el límite de sus posibilidades».

Desconfiados e indiferentes. Mientras, el principal sentimiento que la política inspira en la ciudadanía, según el Barómetro del CIS de enero de 2007, es la desconfianza (32,6%), seguida por la indiferencia (18,2%) y el aburrimiento (16,5%). Incluso a un 8,5% le provoca irritación. Sólo un 1,9% siente entusiasmo, un 7,3% piensa en compromiso y a un 10,8% le produce interés.

El malestar existe. Aunque un 60,8% afirma que el voto es la única manera de poder influir en lo que hace el Gobierno, un mayoritario 70% cree que la clase política no se preocupa de lo que piensa la ciudadanía. Y dos de cada tres españoles (68,9%) consideran que «esté quien esté en el poder, siempre busca sus intereses personales».

¿Y abstencionistas? Según una encuesta  del gobierno catalán sobre la participación política, el perfil mayoritario del abstencionista en Catalunya es un joven menor de 35 años de clase media. Precisamente éste es el perfil de uno de los colectivos más endeudados. Por ejemplo, el 58% de los «afortunados» jóvenes madrileños de menos de 35 años hacen frente a una hipoteca, según una encuesta de Consumo de la Cámara de Comercio de Madrid, a la que deben dedicar casi la mitad  de sus ingresos. El resto, sencillamente, no puede. El desánimo cunde entre los mileuristas.

¿Qué pasará cuando los endeudados y los desesperados canalicen su aburrida indiferencia y aumenten, todavía más, su desconfianza? Pueden ir a la abstención (un 36,22% en las últimas municipales), al creciente y significativo voto en blanco (un 1,90%), o pueden sucumbir a los extremos. En Catalunya, por ejemplo, un partido antiinmigración como Plataforma por Catalunya (PxC), que ha triplicado su presencia, ha sabido «canalizar» el miedo xenófobo y el malestar político-económico con argumentos vinculados a la falta de servicios básicos, como el acceso a la vivienda, la sanidad y escolaridad, a causa del incremento de la población extranjera.

El malestar con la política y el descrédito de los políticos crece en todas las encuestas e indicadores. Estamos jugando con fuego con ciudadanos que no llegan a final de mes y que tienen como futuro más nítido el inexorable período de 20 ó 30 años de pagos hipotecarios, o incluso 40. Mientras, la banca hace negocio con la deuda familiar, y aprieta los tornillos hasta para pedir el saldo en un cajero automático, y el temor al futuro se apodera de muchos ciudadanos mientras sus calles cambian de color.

Si la política, como dice Daniel Innerarity, «molesta por su desconcierto e incapacidad» frente a los problemas reales de la gente, no debe extrañar que los ciudadanos se alejen, resignada o críticamente, de la oferta que reciben. Éste es un escenario imprevisible que, de momento, sólo reacciona pasivamente: con abstención y con malestar. Pero que puede ser  un espacio propicio para los demagogos,  los extremistas o los cínicos. Y todo puede cambiar si la presión cotidiana sobre la vida ciudadana en forma de deuda, precariedad, encarecimiento de los servicios o desplazamientos agotadores se canaliza a la contra y activamente.

Publicado en: CincoDías.com (05.06.2007)(Artículo en formato .PDF)

Fotografía: Ana Municio en Unsplash

Documentos de interés:
La abstención de los activistas online (11.07.2007)
Estamos congelados (Fuente: Euribor.com)
Vídeo: UPEC-Universitat Progressista d’Estiu de Catalunya (Fuente:YouTube)

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