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Iowa nunca eligió a una mujer

Publicado en: Diario Siglo21(18.10.2007) (versión pdf)

Si Hillary Clinton sale victoriosa de las primarias de Iowa del próximo enero habrá iniciado con buen pie la competición electoral pero, sobre todo, habrá hecho historia con mayúsculas. Iowa y Mississippi son los dos únicos estados de la Unión que en los 200 años de democracia norteamericana nunca han escogido a una mujer para ocupar un escaño en Washington, ni tampoco como gobernadora.

Es cierto que Hillary se ha alejado deliberadamente del cliché de «ahora toca una presidenta», como atractivo determinante para conseguir la confianza del electorado. Convencida como está que debe de poner en primera línea su capacidad para ser comandante en jefe y presidente, porque tiene más experiencia que nadie, el mejor programa social y porque puede capitalizar la añoranza política de los norteamericanos hacia Bill Clinton. Dos tercios de la opinión pública todavía respaldan la actuación del ex presidente frente al escaso 30% que lo hace por Bush. No es de extrañar, pues, que parte del remonte en las encuestas y, sobre todo, en las donaciones, tenga que ver con una cuidada y estudiada puesta en escena de Hillary con Bill y en su compromiso mutuo de ayuda y de colaboración una vez que ha demostrado que tiene «criterio propio». Hillary ya ha dicho que lo quiere de embajador permanente de los Estado Unidos.

Una prueba más de su cooperación política la tendremos el próximo 25 de octubre, día del 60 aniversario de Hillary, en donde comprobaremos como Bill ejercerá de maestro de ceremonias en una fiesta que contará con lo más glamuroso de la sociedad en apoyo de la «pareja». Una fiesta privada que se convertirá en un acto político de primera magnitud. El británico Elvis Costello será la estrella, aunque se espera también a Christina Aguilera, Martin Scorsese o a los White Stripes, que ya estuvieron el año pasado en la fiesta del mismo aniversario de su esposo. Los Clinton deberán trabajar duro si quieren seducir a los referentes mediáticos con más tirón que (¿de momento?) están al lado de su principal oponente: George Clooney, Jennifer Aniston, Morgan Freeman, Tom Hanks o Ben Stiller mantienen su apoyo a Barack Obama.

Pero volvamos a su condición de mujer política. Su independencia y autonomía todavía provoca recelos… y sospechas. Le pasa lo mismo a Condoleezza Rice que tiene que justificar públicamente su soltería o que viva compartiendo piso con otra mujer. Hillary, por ejemplo, ha tenido que desmentir recientemente, en la revista The Advocate dirigida al público homosexual, el rumor que periódicamente se reaviva de que es lesbiana. «La gente dice lo que quiere. No es cierto que lo sea, pero se trata de algo sobre lo que no tengo control», ha afirmado entre resignada y defensiva en relación al persistente zumbido. 

En el debate celebrado en California este pasado verano y televisado por Logo, una cadena por cable sobre temas gays,  los candidatos demócratas debatieron sobre los derechos homosexuales. Los aspirantes con más posibilidades tuvieron que posicionarse (o mejor dicho escabullirse) sobre el matrimonio gay, la unión civil, la discriminación de los homosexuales en el ejército o sobre la educación sexual en las escuelas. Los demócratas saben que su electorado se muestra dividido sobre estos temas, mientras que estimulan y cohesionan al electorado conservador que vota masivamente (y religiosamente) contra cualquier avance en materia de derechos para los homosexuales.

Pero las elecciones las ganará quien pueda ofrecer un proyecto nacional de integración y de realización personal para todos, sean quien sean, tengan la orientación sexual que deseen. No lo olviden: Iowa no ha escogido nunca una candidata. Tampoco los Estados Unidos han escogido nunca a una mujer, a un hispano o a un afroamericano. Las etiquetas pueden condicionar las expectativas de voto reduciéndolas a la suma de minorías que no serían suficentes para ganar unas presidenciales.

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