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La política: entre los partidos y los movimientos ciudadanos

Publicado en: Revista Politics Campaigns & Elections en español (Mayo de 2010)

Artículo publicado en el quinto número de la Revista Politics en Español (Mayo 2010). Para ir a la revista, haz click AQUÍ .

Introducción
Tea Party y Coffee Party
El auge de los movimientos ciudadanos
Cultura digital y activismo social
Ciudadanía política en red
Nuevos escenarios para la política del futuro
Un hito sin precedentes
Nuevos paradigmas en la Sociedad Red
Nuevos modelos de liderazgo
Nueva política: libre, autónoma, activa, comprometida

El 16 de diciembre de 1773 llegaron al puerto de Boston varios cargamentos de té. Los colonos americanos, disfrazados de indios, asaltaron los barcos y tiraron por la borda toda la carga, en total cuarenta y cinco toneladas.Las razones de este motín ciudadano fueron consecuencia de la aprobación por parte de Gran Bretaña del Acta del Té, que gravaba la importación a la metrópoli de distintos productos, incluido el té, para beneficiar a la Compañía Británica de las Indias Orientales. No sólo se trataba del nuevo impuesto, sino de que los propios ciudadanos de las colonias americanas no tendrían manera de estar representados y, por lo tanto, de defenderse en el Parlamento británico. “Sin representación no hay contribución” se convirtió entonces en su frase preferida.

Tea Party  y Coffee Party
En una clara referencia a este motín, uno de los orígenes de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, surgía hace unos meses el denominado “Tea Party”, un movimiento ciudadano fuertemente conservador configurado por centenares de asociaciones, que ha sorprendido por su fuerza, por su capacidad movilizadora y que ha agitado la política norteamericana, ganando terreno en el panorama electoral. Muchos opinan que el pasado mes de enero el Tea Party jugó un papel decisivo en la victoria del escaño para el Senado por el Estado de Massachusetts, que obtuvo el republicano Scott Brown y que había ocupado durante 38 años el demócrata Ted Kennedy.

El Tea Party ha sabido captar el interés de muchos ciudadanos, canalizando el descontento con la Administración del presidente Obama, en contra de los impuestos y de la intervención del gobierno federal en las políticas de cada estado y en la vida pública y privada que consideran excesiva e invasiva. Y, a pesar de que el sector más moderado del Partido Republicano no lo ve con buenos ojos, se intenta un  acercamiento estratégico con el objetivo de aunar posturas y evitar futuras sorpresas, ya que los del “té” despliegan un caudal de energía que puede ser muy favorable de cara a las elecciones legislativas del próximo mes de noviembre. Pero parece que, de momento, los miembros del Tea Party prefieren ir por libre o con otro liderazgo.

El descontento que canaliza y potencia este movimiento se ha instalado en el centro del debate político, junto a los ataques crecientes a la política de Obama y, también, de plataformas como ResistNet o FreedomWorks. Ésta última cuenta con 700.000 afiliados, 400.000 de ellos online. La comunicación de todos estos grupos se produce a través de la red, lo que les confiere un gran poder por la capacidad de difusión de sus ideas.

En la red ha nacido también, hace unas semanas, la iniciativa Liberty Central, como apoyo al proyecto político de Tea Party, y con la misión de incrementar la participación ciudadana. Impulsada por Virginia Thomas, esposa del también conservador juez del Tribunal supremo Clarence Thomas, tiene como primer objetivo -según su manifiesto- “apoyar a los nuevos ciudadanos activistas, ayudándoles a encontrar un camino eficaz para su activismo”.

Liberty Central, en palabras de Mark Mecker y Jenny Beth Martin, que ejercen como coordinadores nacionales del Tea Party, “se centrará específicamente en el entrenamiento desde la base de los activistas que estén decididos a devolver al país a sus principios fundacionales. Su visión a largo plazo es el de una nueva revolución conservadora”.

Frente a ellos, aparecía una nueva alternativa de base progresista: el Coffee Party. En Facebook, Annabel Parker (una anónima cineasta que vive a las afueras de Washington) impulsaba una respuesta colectiva a los ataques constantes del Tea Party. A finales de enero, propuso promover la idea de contestar con un Coffe Party que se materializó días más tarde con la aparición de la página web http://www.coffeepartyusa.com/ en la que podía leerse esta frase: “Despierta y reacciona”.

El auge de los movimientos ciudadanos
No es Estados Unidos el único país donde proliferan estos movimientos extra-partidarios, sino que en todo el mundo, y es una constante, las comunicaciones online están consiguiendo el auge de movimientos políticos ciudadanos que eran impensables hace unos años.

En Italia, Popolo Viola, un movimiento nacido en Internet, demostraba en diciembre de 2009 su poder de convocatoria al reunir a unas 500 mil personas (otras fuentes han hablado de la participación de cerca de 2 millones) en Roma contra el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en la celebración del No B. Day (Día del no a Berlusconi). Su color, el morado (viola) no los encasilla frente a ningún sector político aunque sus ataques al gobierno les aproxima a la izquierda. Su máxima aspiración es luchar contra la partitocracia, la mafia, la gerontocracia, los sindicatos, el Vaticano, la corrupción, el empleo precario… y, sobre todo, contra la política de Berlusconi, quien está provocando como nunca reacciones masivas por parte de distintos sectores de la ciudadanía (recordemos que, en octubre de 2009, más de 97.000 mujeres italianas firmaban el manifiesto “Mujeres ofendidas por el primer ministro”, a raíz del comentario ofensivo dirigido a la diputada Rosy Bindi a quien le dijo: “eres más bella que inteligente”).

En la web de Popolo Viola, y también en Facebook, se cuelgan artículos, viñetas y enlaces a vídeos críticos y satíricos; llaman a boicotear a las empresas que se anuncian en las televisiones del presidente italiano e informan de sus actos por todo el país.

Cultura digital y activismo social
Independientemente, y también al mismo tiempo que se desarrollan estos movimientos, se producen múltiples campañas a través de las redes sociales, especialmente Facebook, que permiten que multitud de ciudadanos, sin ser de ningún partido político, participen activamente en diversas iniciativas políticas en on y off line.
La cultura digital es una ola de regeneración social (de ahí su fuerza política) que conecta con movimientos muy de fondo en nuestra sociedad: placer por el conocimiento compartido y por la creación de contenidos; alergia al adoctrinamiento ideológico; rechazo a la verticalidad organizativa; fórmulas más abiertas y puntuales para la colaboración; nuevos códigos relacionales y de socialización de intereses; reconocimiento a los liderazgos que crean valor; sensibilidad por los temas más cotidianos y personales; visión global de la realidad local y creatividad permanente como motor de la innovación. Hay esperanza de nuevos liderazgos. Pero en la Red sólo se reconoce la autoridad, no la jerarquía. Mejor las causas que los dogmas.

Ciudadanía política en red
Así, en la red y en los movimientos políticos ciudadanos que han nacido en ella, estas personas no actúan como activistas políticos de partidos, o como militantes, sino que la gran mayoría actúan políticamente de motu propio en asuntos que les interesan, con una participación sencilla, a menudo desde sus casas, conectados desde su ordenador, de manera rápida y con muchísima difusión gracias a la red.

No son movimientos estructurados, ni jerarquizados, sino que aparecen por iniciativa de algún ciudadano anónimo y, dependiendo del tema, del contexto, de la actualidad de la iniciativa propuesta, de su creatividad y atractivo… tendrá más y más apoyos en Internet. El aumento de estos apoyos y de la difusión de ese mensaje es lo que permite que aparezca en los medios de comunicación tradicionales, lo que consigue que esos movimientos autónomos y anónimos lleguen a mucha gente, retroalimentando exponencialmente la repercusión de sus actos y la adhesión de nuevos los miembros a sus acciones y actividades políticas.

En realidad, los movimientos políticos en la red triunfan por su simplicidad y porque aparecen desde la ciudadanía y no desde las organizaciones políticas. Representan un soplo de aire fresco por su naturaleza antiautoritaria, irreverente, horizontal y por la facilidad que Internet ofrece para ser activo políticamente, a menudo sin moverse de casa. Otro factor a tener en cuenta es la poca necesidad de grandes reflexiones ideológicas. Normalmente los intereses que defienden y por lo que nacen son ideas a grandes rasgos, sin demasiada reflexión ideológica y, muchas veces, nacen con la etiqueta “anti” (algún político, iniciativa, ley…). Es esa confrontación o esa queja lo que alimenta su poder entre la gente y lo que acrecienta la difusión de su mensaje en las redes, pero también en la calle y en los medios de comunicación.

Nuevos escenarios para la política del futuro
Estos movimientos políticos ciudadanos están formados por personas comprometidas, cada vez con mayor fuerza en la sociedad, y los partidos deben tenerlos presentes por la multitud de gente a la que arrastran. Las organizaciones partidistas se ven movidas en un primer momento a negar su existencia o a minimizarla, pero representa una tendencia que marcará la política del futuro y que cuenta con una gran aceptación y participación. Son movimientos cuyo objetivo es destacar una preocupación ciudadana, una queja… el descontento compartido, haciéndose oír y presionando así a los partidos políticos y a las administraciones a través de la difusión en la red de eslóganes, textos, mensajes, vídeos o imágenes y generando llamamientos para realizar actividades en la calle, de manera que se capte la atención de los medios de comunicación. Y sí, captan esa atención por la manera de comunicarse y difundir sus mensajes, pero también y, especialmente, porque son movimientos de personas corrientes, ciudadanos que opinan lo mismo que muchos otros ciudadanos y quieren manifestar su posición ante todo lo que no les gusta. Mientras hacen que su voz sea escuchada, y por tanto presionan políticamente, se sienten partícipes de algo, de una comunidad de iguales, que adquiere poder al sumar iniciativas individuales y convertirse en un movimiento político colectivo. Esa es su fuerza: sumar energías, iniciativas e ideas, para llevar a cabo su objetivo, que no es otro que presionar y conseguir que se les haga caso, aglutinando a la mayor cantidad de personas posible.

Un hito sin precedentes
La aparición de estos movimientos sociales no es algo casual. En una época caracterizada por el individualismo, la despolitización, el desgaste de la política, el desprestigio de los partidos (englobado todo ello en un sentimiento de desafección y espíritu crítico), son los propios ciudadanos los que se dan cuenta que pueden actuar políticamente por sí mismos gracias, sobre todo, al poder de la comunicación intensiva e inmediata de la red.

En las democracias modernas, los ciudadanos están cansados de votar cada cuatro años y que durante tres años y medio la mayoría de políticos no les escuchen y tengan un cheque en blanco para actuar. Quieren sentirse partícipes de lo que se hace políticamente y de lo que deciden sus representantes por ellos. Quieren obviar la brecha que existe entre lo que hacen sus representantes y lo que ellos harían si pudieran ser escuchados y/o decidir.

En la última década y, especialmente hace pocos años, con la cultura de la Web social o Web 2.0, organizaciones diversas y ciudadanos online han encontrado en el ciberactivismo una opción útil y activa para pasar a la acción (local y global), para desarrollar campañas, iniciativas y peticiones. Nunca como hasta ahora hemos podido ejercer la presión, la denuncia, la sensibilización o la movilización con tal capacidad de convocatoria. Es un hito sin precedentes. Las manifestaciones globales a las que hemos asistido, por causas diversas, no hubieran podido existir sin Internet. Millones de personas han salido simultáneamente, en todo el mundo, para defender causas comunes. Empresas poderosas han tenido que ceder en algunas de sus pretensiones más injustas o excesivas por la presión organizada de una ciudadanía conectada y en red.

Nuevos paradigmas en la Sociedad Red
La red nos lleva hacia un nuevo paradigma: cada uno de nosotros es un nodo de identidad (política, intereses, culturas, actividades y activismo, etc.). Cada ciudadano, cada uno de nosotros, es un centro con su propia realidad, con su visión diferenciada del mundo y nos unimos a otros ciudadanos y ciudadanas según esa identidad individual, que puede ser muy parecida a la de otros muchos en ciertos temas, pero que, a su vez, también puede ser muy distinta. Es cuando nuestras opiniones políticas se suman a las de otras muchas personas cuando se genera una comunidad que, con la suficiente fuerza y difusión, puede llegar a ser un verdadero movimiento político con capacidad de presionar, modificar y/o influenciar a los actuales partidos políticos.

Estos movimientos ciudadanos, de naturaleza política y estructura en red y autónoma, organizados fundamentalmente alrededor de las redes sociales y las plataformas digitales, no aspiran a sustituir a los partidos políticos, pero sí a condicionar sus “tempos”, sus estrategias e -incluso- a sus candidatos. Su capacidad movilizadora les convierte en un nuevo actor político que establece una relación de influencia con los partidos políticos próximos a sus planteamientos, sean conservadores o progresistas. Una relación exigente caracterizada por la presión y la capacidad de modificar la agenda de los partidos y de condicionar sus propuestas.

Nuevos modelos de liderazgo
Bajo estos movimientos en red, siempre tan alérgicos a los liderazgos jerarquizados, aparecen nuevos modelos de liderazgo que se consolidan a través de su identificación personal y cultural con los temas que representan o les interesan; por el uso de un lenguaje formal y estético diferente al establecido, al formal; por el desprecio de lo “políticamente correcto” que identifican como parte de un sistema que quieren revitalizar; y por una gran capacidad de dedicación a las “causas” con un excelente dominio de las herramientas tecnológicas y sus lógicas, usos y características. Son líderes reputados en sus redes relaciones y tienen gran capacidad de influencia y efecto tractor sobre estos colectivos.

Nueva política: libre, autónoma, activa, comprometida
Mientras las fuerzas políticas tienen cada vez más dificultades para movilizar y ampliar sus bases militantes, estos movimientos ofrecen un enganche político más libre, más autónomo, formado por bases de ciudadanos comprometidos. No quieren ser militantes, quieren ser activistas, de causas y de temas específicos.

Es una oferta más abierta y fragmentada en relación -también- a la complejidad política, mucho más atractiva para aquel que no quiere obedecer sólo a una consigna, para aquel que se irrita ante la inacción o la prudencia claudicante o para aquel que espera, sencillamente, a que pase algo.

Los activistas de estos nuevos movimientos (políticos) ciudadanos ya no esperan, pasan a la acción.

Enlaces de interés:
El poder político de una taza
Las tazas políticas en Estados Unidos: mugs” (power point)

El Tea Party, a l’assalt de la política nord-americana
Fuente: Revista de la Fundació Rafael Campalans (estiu 2010)

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15 COMENTARIOS

  1. En general comparto tu reflexión, aunque me surgen un par de dudas o interrogantes:
    1- sería interesante saber si en las experiencias que comentas ha habido un apoyo oculto de partidos u organizaciones. En ocasiones, y lo hemos podido ver en nuestro entorno más cercano, las iniciativas líquidas ciudadanas que han triunfado han contado con el soporte indirecto de partidos, que han movilizado a su militancia para dar cobertura.
    2- Reconozco el éxito de estas iniciativas a corto plazo. Ejemplos semejantes los tenemos en las movilizaciones contra la Guerra de Irak o las protestas por el Prestige. El problema surge cuando se desinflan sin que hayan alcanzado todos sus objetivos. En estos casos, los únicos soportes vuelven a ser las organizaciones de toda la vida. Por ello, tiendo a pensar que estas formas de participación son muy efectivas en momentos puntuales, pero tienen un problema cuando hay que sostenerlas en el tiempo.

  2. Hola Paul,
    1. No exactamente… Precisamente estos movimientos no son «submarinos» de los partidos… Lo que quieren es influir en ellos, condicionarlos, marcarles la agenda, ser determinantes en la orientación política y en la elección de candidatos… Se parecen más a HAZTE.OIR.ORG… para entendernos…
    2. Pues no son puntuales… pretenden canalizar influencia social y de los lobbies. No trabajan por «causas» sino por «intereses». Es otro enfoque. Van a consolidarse como plataformas de aterrizaje para los sectores más duros de los bloques ideológicos, con gran capacidad operativa, fuerte cohesión interna y obsesiva determinación en la lucha contra los adeversarios. Ojo. De ahí a la redes del odio… sólo hay un paso.

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