InicioComunicaciónComPol#Egipto: La chispa, la mecha y el polvorín

#Egipto: La chispa, la mecha y el polvorín

“La libertad es una bendición por la que vale la pena luchar”.
Wael Ghonim (@Ghonim), ciberactivista y director de Google para Oriente Próximo y el Norte de África, escribió este “tweet” al ser liberado, después de 12 días preso en las cárceles egipcias.

El polvorín
La sociedad egipcia tiene una composición sociológica y demográfica extraordinaria: la media de edad en el país es de 24 años (!) en un país de 80 millones de habitantes. El 34% tienen menos de 18 años. Cada año se gradúan 700.000 estudiantes universitarios. Solo hay unos 200.000 puestos de trabajo para ellos y, la mayoría muy por debajo de su cualificación profesional. Casi la mitad de los ciudadanos egipcios vive con menos de dos dólares al día y un 30% son analfabetos.

Osmar Ashauar, egipcio de origen, actual director del Instituto de Oriente Medio de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y autor de varios libros sobre el impacto político del Islam, afirma que “la rebelión surgió –fundamentalmente- por las condiciones sociales y económicas, pero la revolución tecnológica ha unido como nunca antes a los egipcios”.

El polvorín social y económico en Egipto se había vuelto peligroso e inestable por la asfixiante y paralizante situación política que el régimen de Hosni Mubarak había impuesto. Los jóvenes que se manifestaron en la plaza Tahir no han conocido otro líder político desde que nacieron. Mubarak se convirtió en Jefe de la Fuerza Aérea Egipcia en el año 67 y fue considerado uno de los héroes destacados en los combates continuados con Israel. Años después de participar activamente en los preparativos y en la Guerra del Yom Kippur, junto a Siria, sucedió al presidente interino Sufi Abu Taleb en 1981, tras el asesinato de Anwar el-Sadat. Mubarak ha estado al frente del gobierno de Egipto durante 30 años, muchos más de los que tienen la mayoría de los jóvenes que han salido a las calles.

Su gobierno, férreo, sólo tuvo cierto indicio de apertura tras los atentados del 11S en Estados Unidos. Ante la presión internacional, el presidente egipcio impulsó reformas de democratización del país, que finalizaron en 2005 cuando se posibilitó que otros candidatos pudieran presentarse a las elecciones. Los últimos comicios tuvieron lugar en noviembre de 2010. Mubarak arrasaba en la primera vuelta frente al principal grupo opositor islamista: los Hermanos Musulmanes. A pesar de ello, la sospecha de numerosas irregularidades en la votación estuvo presente a lo largo del proceso.

Y las ansias de libertad de la joven sociedad egipcia no se podían satisfacer con unas elecciones artificiales, diseñadas para perpetuar el régimen y no para iniciar una transición democrática, y toleradas –de facto- por la pasividad europea y la cautela norteamericana (solo rota con el histórico discurso de Barack Obama en la Universidad de El Cairo en junio de 2009, en el que se dirigió a los 1.500 millones de musulmanes de todo el mundo). La realpolitik se ha visto desbordada, en tiempo y formas, por la digitalpolitik de las jóvenes, alegres, valientes y desafiantes sociedades árabes.

La mecha
La revolución egipcia es la primera en la que el colapso del régimen autoritario se produce, entre otras razones, al no poder controlar la sincronía informativa de millones de terminales (de personas) capaces de organizarse autónomamente gracias a las redes sociales. Las dictaduras han ejercido siempre el control de sus sociedades gracias a tres principios: control de la información, de las libertades y derechos, y de la fuerza (represión). Esto es lo nuevo. Han sido desbordados por el tiempo real. El «flujo» no se pudo contener.

El factor que ha provocado el colapso es un modelo vertical, centralizado y jerárquico de control de la información que ha sido desbordado por la fuerza emergente de la sociedad red y de la globalización imparable en el mundo árabe. La combinación Google, Twitter, Facebook y Al Yazira, en manos de jóvenes armados de teléfonos de nueva generación, ha roto las compuertas y los grilletes sociales. En el caso de Egipto desconocemos que hay un nivel de teledensidad de móviles altísimo. La referencia, a nivel general en todo el continente africano, es que uno de cada 3 ciudadanos tiene móvil.

El móvil es el objeto que mejor y más claramente reúne las aspiraciones de la juventud. Su capacidad relacional, su potencia comunicativa, la viralidad de las creaciones realizadas (textos, fotos, grabaciones) y su alta conectividad con una sociedad global –a través de las redes sociales-, le convierten en el objeto más deseado entre los más jóvenes en todo el mundo árabe.

Su accesibilidad a Internet ha logrado generar mayorías desbordantes gracias a su capacidad de comunicación síncrona. Wael Ghonim lo ha definido con claridad: “Si queréis liberar a una sociedad, dadle Internet.”

La chispa
Ni al derrocado presidente Ben Alí (que expulsó a la delegación de Al Yazira en Túnez en el año 2006), ni a Hosni Mubarak les ha valido para nada cerrar las sedes de la televisión o impedir el acceso a Internet. La cadena qatarí fue la primera que emitió las imágenes del suicidio desesperado -a lo bonzo- del joven Mohamed Buazizi, el pasado 17 de diciembre, que se convirtieron en la chispa de las revueltas tunecinas.

Los tunecinos no necesitaban el efecto de la revelación de cables estadounidenses, a través de Wikileaks, sobre la corrupción del régimen en una sociedad con más del 40% de ciudadanos en paro. No necesitaban la constatación de aquello que sufrían en carne propia. La desesperación económica personal llevó a Buazizi al suicidio. Pero los jóvenes lo vivieron como un martirio y un sacrificio excesivo para quien, desposeído de todo, se quitó lo único que le quedaba: la vida.

Al Yazira, emitió, entonces, las imágenes grabadas en vídeo desde los telefonos móviles de los jóvenes tunecinos y colgadas en YouTube. No importaba la calidad, contaba la autenticidad. En ausencia de reporteros, los jóvenes convirtieron sus móviles en cámaras periodísticas.  Imágenes que, junto a los mensajes en las redes sociales, transformaron la programación convencional en un formato de alta intensidad, mezcla de teletexto, telerealidad, live blogging y covertweet en tiempo real. Un nuevo sistema híbrido, multimodal, multicanal y multicreación. La cadena norteamericana CNN se hizo mundialmente famosa con su lema “Está pasando, lo estás viendo”. Pero Al Yazira ha propiciado para el canal audiovisual otro concepto de la sociedad red que podríamos plasmar en: Está pasando, lo estamos haciendo.

Curiosamente, Al Yazira ha sido prohibida en Irak, Argelia, Marruecos, Túnez, Bahrein y Egipto. Precisamente, los mismos países que están siendo protagonistas de las revueltas más importantes. La combinación Al Yazira y  redes sociales ha sido la mecha que ha conectado el polvorín con la chispa. Manuel Castells escribía: Conforme se difunde la protesta, se activan las redes móviles, los SMS, los tuits y las páginas en Facebook y otras redes, hasta construir un sistema de comunicación y organización sin centro y sin líderes, que funciona con suma eficacia, desbordando censura y represión.”

Otros analistas, como Evgeny Morozov o Malcolm Gladwell, consideran que se ha sobredimensionado el papel central que han tenido las redes sociales –y Twitter, en particular- en las revueltas de Túnez y Egipto. Ambos señalan que la influencia de los nuevos medios ha sido exagerada por la prensa y ponen el acento en los límites de herramientas como Facebook, que “no pueden sustituir el activismo a la antigua usanza”. Anclados en un análisis clásico y convencional, confunden la chispa con el polvorín. Éste representa las condiciones de vida y demográficas, mientras que la chispa sería la rebelión tunecina. Pero sin mecha (social, digital) el polvorín no explota ya que la chispa no llega.

Lo nuevo, lo transcendente, es que la mecha tecnológica, junto con la vitalidad de la viralidad, ha hecho posible que, en su mano, los jóvenes árabes dispongan de una herramienta capaz de poner ante sus ojos el destino de sus países.

Publicado en: Revista Fundació Rafael Campalans (marzo 2011)(versión pdf)

Enlaces de interés:
Las redes sociales y las revoluciones de Túnez, Egipto… (entrevista para Aquí y Ahora. Univision EEUU)
Del storytelling al microblogging (Cuadernos de Comunicación EVOCA)
Twitter, Facebook y la revolución en Túnez (Sintetia.com, 16.01.2011)

Artículos de interés:
Una onada de canvi. Les possibilitats de les transicions democràtiques al món àrab (Pol Morillas Bassedas)
ARTivismo: Las pintadas de la Revolución (Ignacio Martín Granados, 27.02.2012)
El hip hop que disparó contra Mubarak
. Los raperos egipcios Arabian Knightz explican cómo prendió la mecha musical de la revolución
(Público, 4.12.2011)
‘Twitter no sirve para tomar el poder’ Francis Pisani
(La Vanguardia, 11.04.2011)
Internet, otra herramienta para la revolución (Miguel Ángel Medina. El País, 05.04.2011)
Los ‘tuits’ que hicieron caer a Mubarak (Aiats Agustí. La Vanguardia, 8.03.2011)
Jóvenes, redes sociales y revoluciones (Julio Cerezo, CincoDías.com, 28.02.2011)
La banda sonora de la revolución (El Mundo, 26.02.2011)
Marruecos: la rebelión de la red social tiene límites (Andy Robinson. La Vanguardia, 23.02.2011)
The Revolutions Are Not All Twitter (Andrew K. Woods. The New York Times, 1.02.2011)
Política SMS (Mauro Accurso)
La calle conecta con la Red (Diego Beas. El País, 9.02.2011)

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