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Performances en la política

El 24 de diciembre de 1969, la congresista por Illinois, Charlotte Reid, se presentaba por quinta vez en el Congreso para hablar a la Cámara. En las cuatro ocasiones anteriores, nadie le había hecho caso, y su mensaje no llegó a aparecer en ningún medio. En esa última ocasión, Reid decidió ponerse pantalones, algo nunca visto en una congresista americana. Sus compañeros masculinos corrieron a verla, así como la prensa. La imagen fue noticia en primera plana e incluso en periódicos franceses. De repente, todo el mundo oyó lo que decía y lo que quería decir, aunque la imagen, y el tema de conversación, fueran sus pantalones. Es decir, consiguió presencia en los medios, pero no por lo que dijo, sino por cómo lo dijo. En cualquier caso, logró la visibilidad que ansiaba.

La realización de performances en asambleas y congresos de diputados no es algo nuevo, y sigue siendo usual, en ocasiones, para expresar un mensaje. Se logra la visibilidad, aunque a veces no tanto visualizar el mensaje que se quiere dar. El último ejemplo lo encontramos en el Congreso de los Diputados español, donde, el 11 de diciembre, los diputados del grupo Izquierda Plural exhibieron una mordaza en su boca, durante el debate de la ley de Seguridad Ciudadana, para mostrar su absoluto rechazo al proyecto legislativo del Partido Popular. La imagen recorrió todos los diarios, aunque no tuvieron nada que hacer en la votación, donde el Partido Popular de Mariano Rajoy goza de mayoría absoluta. En diferentes lugares, entre ellos España, también es común subir a la tribuna de oradores con camisetas con diferentes lemas, para que sean bien visibles por la prensa y conseguir de este modo la cuota de atención mediática deseada.
En la Cámara mexicana, en diciembre de 2013, el legislador Antonio García Conejo, se desnudó para demostrar cómo con la reforma energética la nación se despoja de sus recursos. En su caso, aunque la imagen dio la vuelta al mundo, se habló más de la pelea, en esa misma jornada, de dos diputadas.

Se trata, con todo ello, de conseguir ser el foco de atención, no por lo que se dice, sino por lo que se exhibe. Y funciona, siempre que no sea algo usual. Por ejemplo, en España, el uso de camisetas dejó de captar la atención mediática, después de que muchos políticos usaran esta vía como arma de visibilidad y como comunicación política.

Lo novedoso llama la atención, lo que se hace constantemente, ya no lo logra. Los medios narran lo extraordinario, no lo rutinario. Los partidos lo saben e intentan lograr esa novedad y notoriedad para que su mensaje llegue más lejos, especialmente cuando son oposición o pequeños partidos con poca representación o sin capacidad de decidir. Aparecer en portadas es, podríamos decir, su logro más importante en cualquier debate, pero sólo innovando, creando nuevas maneras de tener presencia y en nuevos modos de comunicar se consigue esa visibilidad.

Estamos acostumbrados a interminables discursos en los congresos y parlamentos, donde lo poco que sale en televisión son retazos de los discursos de los líderes. Es por ello que, por parte de algunos partidos pequeños o políticos poco conocidos, hay que pensar mucho el mensaje que se va a dar y cómo obtener visibilidad en los medios de comunicación, sin repetirse. En cualquier caso, la visibilidad es fugaz, sólo duraante unos días, o incluso unas horas. Se debe preparar bien la estrategia de cómo comunicar cada performance, a través de imágenes o vídeos en redes sociales, de hashtags, de textos y entrevistas. Quienes sólo piensan en que una sola performance les llevará a la portada de un telenoticias o de un diario y creen que con eso está todo, se equivocan. La comunicación política no es ni debe ser un circo. Se trata de aprovechar ese momento para crear nuevos contenidos que sirvan para ahondar en el mensaje que se quería dar, se trata de pensar en nuevas acciones que trasciendan la rutina de la información política y, así, llegar a los medios y a la ciudadanía. La visibilidad por la visibilidad no sirve en este mundo saturado de información. Ser visto durante unas horas no es ni suficiente ni eficiente. Se puede cambiar la manera de comunicar, a partir de un único hecho, pero una performance no sirve de nada si no tiene continuidad.

Publicado en: Reforma.com (México)(16_Tendencias Globales. 1.02.2015)

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