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Votar personalidades

La huella emocional colectiva de la pandemia será profunda. Al dolor de la tragedia se añade el trauma de una sociedad que no ha podido hacer un duelo colectivo y familiar con las mínimas condiciones de sanación íntimas. Y nos enfrentamos a múltiples pérdidas: las más lacerantes, las de las vidas humanas (en especial, de nuestros mayores); pero, también, otras como empleos, proyectos vitales, amores y sueños.

La incertidumbre no es ya un escenario hipotético. La incertidumbre es la nueva normalidad. Tan anormal como frágil. Hemos descubierto nuestra vulnerabilidad —nos creíamos invencibles— y las emociones (y los miedos) se han convertido en el fundamento de nuestras opiniones, no sólo de nuestras creencias. Pensamos lo que sentimos.

Atrapados por la nostalgia de un pasado que es más seguro que un futuro incierto, nos enfrentamos, también, a procesos electorales. Las elecciones que están sucediendo durante la pandemia han tenido que desarrollarse con enormes desafíos organizacionales. Pero en todas partes emerge la idea de la democracia de los cuidados, de la política que protege, de las instituciones que nos garantizan la seguridad. Y, muy especialmente, el debate sobre los liderazgos políticos, sobre sus propuestas y, fundamentalmente, sobre sus personalidades.

Esta huella emocional que mencionaba desplaza la mirada de los electores hacia el carácter de los candidatos y candidatas, a sus valores empáticos y sus resiliencias actitudinales. Aspectos como la prudencia, la moderación, la paciencia o la disciplina son valores que crecen en la consideración del electorado. ¿A quién vamos a dar el timón de la nave colectiva en esta noche oscura, con mar embravecido y con una tripulación miedosa? La respuesta es clara: a quienes nos generen confianza, en base a sus capacidades técnicas, pero, también, morales y de comportamiento ejemplar. Nunca, como en estos momentos, quien inspire confianza profunda, emocional, íntima tendrá tantas posibilidades de ganar una elección.

El domingo hay elecciones en el País Vasco y en Galicia. Esta será, en caso de victoria, la tercera legislatura de Iñigo Urkullu como lehendakari vasco, en el Gobierno desde 2012. Alberto Núñez Feijóo lleva tres legislaturas, desde 2009, y será presidente de la cuarta, si las encuestas no fallan. Parece que los liderazgos con trayectoria y personalidad se consolidan, como, por ejemplo, en Alemania. Precisamente, Angela Merkel, que desde el 1 de julio ha asumido también su segunda presidencia rotatoria de la UE, lleva cuatro legislaturas.

¿Qué tienen en común Urkullu, Feijóo o Merkel?: personalidades sobrias, contenidas, seguras que sustentan un liderazgo funcional y pragmático. En el libro Los presidentes españoles. Ideología y personalidad, las claves del liderazgo político, de José Luis Álvarez, el autor afirmaba: «Los presidentes del Gobierno mandan en la política, pero no en el país, porque la política no es relevante en España». Pero esta pandemia —y sus consecuencias sanitarias, económicas, sociales, ¿y políticas?— sitúa al poder político con un gran protagonismo en la vida cotidiana de las personas. El confinamiento, por ejemplo, es la gran interferencia de la política en nuestras vidas. Es ahí, en esta incidencia cotidiana, que la personalidad política de los líderes emerge como factor decisivo para la confianza.

Vamos a votar no por lo que prometen, ni fundamentalmente por lo que han hecho, sino por lo que pueden hacer para enfrentar con éxito y seguridad este futuro incierto. La nostalgia acecha. El miedo alimenta nuestra desconfianza. Vamos a votar con emociones complejas y profundas. Queremos líderes prudentes y moderados capaces de superar los retos colectivos, no sobre la base de su simpatía o audacia, sino sobre la base de su sentido de la responsabilidad. Cuando la prudencia es la más audaz de las virtudes, la personalidad de los candidatos es su programa electoral.

Publicado en: La Vanguardia (9.07.2020). RESET (2)
Fotografía: Jan Huber para Unsplash

Enlaces de interés:
La caída de Cayetana: la pedantería política vuelve a fracasar (José Miguel Contreras – Eva Baroja. Infolibre, 24.08.2020)

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