Publicado en: El Periódico (26.05.2014)(versión PDF)

 

La tendencia a la baja participación en las elecciones europeas se ha frenado levemente (con un incremento importante en algunos países rescatados como Grecia e Irlanda), pero la abstención se consolida como la primera fuerza. Europa ha quedado contra la pared, por partida triple.

1. Sin Europa. El incremento de la Europa xenófoba, racista y fascista. Es un hecho: en Grecia, en Francia y en tantos países europeos, los populistas avanzan. Tal vez ha llegado el momento de afrontar este reto la combatividad y el coraje que se requiere. Los euroescépticos, en su conjunto diverso, pueden representar aproximadamente la tercera fuerza en el Parlamento.

2. Otra Europa. El crecimiento de fuerzas políticas que quieren un cambio radical respecto a la troika y a lo que representan las dos grandes familias europeas (populares y socialdemócratas) es también un dato relevante. El incremento de las voces críticas y alternativas es bastante general, con Grecia como proa política de los que desean otro modelo económico y político.

3. Menos Europa o más de lo mismo. La victoria del Partido Popular europeo refuerza a los estados y al actual proceso político cada vez más evidente de dos velocidades. La derrota de Martin Schulz, seguramente el político más europeísta de estas elecciones, es un revés para los europeístas de todo signo. Gana el status quo y Angela Merkel. Veremos con quién y cómo Jean Claude Junker suma los votos necesarios para alcanzar la presidencia y qué hacen los socialdemócratas. ¿Bipartidismo europeo?

Estas elecciones han sido diferentes por el intento de crear más conexión entre el resultado electoral nacional y  el de la presidencia de la Comisión, y por una real presencia de una comunidad europea en las redes sociales. Es un dato pequeño, pero esperanzador y significativo, a falta de legitimidad y presencia de canales de información realmente europeos. La Europa malhumorada, crítica, acomodada o cínica gana la batalla de los humores. La Europa política que viene no es garantía aún de nada. La Europa del malestar sustituye a la Europa del bienestar.