Publicado en: El Periódico de Catalunya (10.03.2014)

A las nueve de la noche del pasado jueves empezaba una cena en Dublín cuyos comensales fueron todos los altos líderes del Partido Popular Europeo y de los partidos que lo forman en cada país. Eran 851 delegados. El objetivo de esa cena era hablar sobre el candidato del partido para presidir la Comisión Europea la próxima legislatura. El PPE es actualmente el partido europeo con más eurodiputados, aunque las encuestas indican que podría perder ese primer lugar (y el poder que significa) en las próximas elecciones, siendo superado por el Partido Socialdemócrata europeo. Ante esa tesitura, el candidato que se escogiera para la mañana del día siguiente era un pilar básico para la estrategia electoral.

Así, el acto no era solo una cena, sino más bien una negociación pura y dura entre los candidatos propuestos por la CDU alemana (el exprimer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker ) y el UMP francés (el exministro francés y actual comisario europeo Michel Barnier ) con los partidos de los grandes países europeos (entre ellos España), que al contar con muchos votos y previsiblemente votar en masa al mismo candidato, negociaban alguna vicepresidencia o alto cargo a cambio de su apoyo en forma de votos. Se trata de cuotas de poder y es algo habitual. En las últimas semanas, las gestiones en busca de votos al más alto nivel también han sido constantes, como la llamada telefónica de Angela Merkel a Mariano Rajoy pidiendo apoyo para Juncker.
Y llegó la mañana del viernes, y los 851 delegados de los diferentes partidos conservadores europeos votaron. Como era previsible, el gran favorito, Juncker, obtuvo la mayoría de los votos. Es un mensaje claro: Merkel tiene el poder (y los votos), y se apuesta por él como relato de una Europa que está saliendo de la crisis, por la historia de un gestor puro y duro, que ha participado de todas las propuestas que se han hecho para paliar la crisis en los últimos cinco años. El luxemburgués fue presidente del Eurogrupo entre el 2004 y el pasado año, y lideró la negociación sobre los sucesivos rescates griegos, irlandés, portugués y español.

Juncker es también uno de los políticos con más reconocimiento y experiencia en la Unión. Ya en 1991 fue una de las figuras principales en la creación del Tratado de Maastricht (Tratado de la Unión Europea). En diciembre de 1996 tuvo una actuación decisiva como mediador entre el canciller alemán Helmut Kohl y el presidente francés Jacques Chirac, en las negociaciones que se llevaron a cabo en Dublín acerca del pacto de estabilidad subyacente a la unión económica y monetaria europea.
Dieciocho años después, Jean-Claude Juncker vuelve a salir victorioso de Dublín, y se erige de nuevo en parte del proyecto europeo que debe unir a Alemania y Francia. El Partido Popular Europeo no solo presenta un candidato. Presenta una alianza de poderes de los ejecutivos actuales en Europa. No piensan en el futuro de Europa, sino en el presente de sus respectivos gobiernos nacionales, y en la correlación de fuerzas reales. Llega un negociador, no un líder político.