Publicado en: El Periódico de Catalunya (28.04.2014)

El pasado miércoles, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó las 41 candidaturas a las elecciones europeas del próximo 25 de mayo. Son cinco más que en 2009 (entonces había 36), y diez más que en 2004 (31). El aumento de candidaturas es, quizá, una muestra más de la decepción de la oferta política existente en la sociedad española y, también, de la falta de autoridad política para sumar o integrar diversas formaciones que comparten un parecido enfoque político, pero que compiten por el liderazgo.

Muchos son partidos casi simbólicos en número de votos o de reciente creación, pero que han conseguido obtener –no es nada fácil- un respaldo de 15.000 firmas de electores o 50 cargos electos (diputados, senadores, diputados españoles del Parlamento Europeo, miembros de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas o miembros de las Corporaciones Locales) tal como exige el Artículo 220 de la Ley Electoral. De hecho, según las últimas encuestas, de los 41 partidos, solo de 6 a 9 obtendrían uno de los 54 escaños otorgados a España en Bruselas.

La fragmentación es, a la vez, síntoma de vitalidad… y, posiblemente, de debilidad de las opciones alternativas. O de su dura competencia. Paradójicamente, tal diversidad de oferta electoral coincide con la previsible baja participación (la más baja de la historia), y el desinterés qué este proceso electoral tiene para el electorado. Hay algo contradictorio en todos estos datos. O no, depende como se analice.

A parte del gran duelo (¿Quién ganará, PP o PSOE?), hay otros duelos “bilaterales” muy interesantes. De hecho, en estas elecciones europeas, a las 4 grandes formaciones (PP, PSOE, IU-ICV, UPyD) les han aparecido “competidores” que buscan en este proceso (en donde la circunscripción es única, y todos los votos valen lo mismo) una oportunidad para rivalizar. Con resultados e impactos muy diferentes en escaños si se trata de los dos grandes partidos o de los que pretenden romper el bipartidismo.

Al PP, le sale por la derecha extrema, VOX. Al PSOE, le araña votos y estética, Primavera Europea (Coalició Compromís, EQUO, CHA y otros). A la Izquierda Plural (IU, ICV, ANOVA y otros), la candidatura de Podemos. A UPyD, Ciudadanos. Y todos, el Partido X. Las tres opciones nacionalistas juegan otra competición interna por el liderazgo: Coalición por Europa (CiU, PNV, CC y CGC), Esquerra pel dret a decidir (ERC y Nova Esquerra Catalana), y Los pueblos deciden (EH Bildu, BNG y otros).

Estos comicios son solo el inicio de muchos nuevos partidos y ofertas políticas. Son sus primeras elecciones. Se trata de nuevas opciones y de movimientos ciudadanos (con formatos no estrictamente de partido clásico) que eran impensables hasta hace muy poco. Y que han hecho de la cultura digital y del activismo en red, su formato organizativo básico. Con un relativo éxito, el próximo 25 de mayo, aun sin que obtengan un escaño, pueden dar mucho de que hablar, si consiguen organizarse -y olvidarse de egos- en las elecciones municipales, autonómicas y generales de 2015. Estas europeas, tan ignoradas, van a decidir el futuro político de muchas formaciones, y de muchos liderazgos.