En buena parte del mundo, se repite el mismo patrón con los jóvenes de la generación Z: son los más decepcionados con la democracia en sus respectivos países y un importante porcentaje de ellos se declara atraído por otras formas de gobierno autoritarias. Incluso, regímenes dictatoriales de antaño cuyas visiones se consideraban superadas viven ahora un revival gracias a los chicos que los idealizan.
El Open Society Barometer de 2023, una encuesta que incluyó más de 36.000 entrevistas en 30 países, fue uno de los primeros estudios que reveló esta tendencia. Los gobiernos militares y los líderes que no hacen elecciones ni escuchan a sus parlamentos son bien vistos por más de un tercio de los centennials, el grupo generacional en el que estos regímenes cosechan mayor apoyo.
Esta misma tendencia se repite en regiones y países específicos. Por ejemplo, en las encuestas de Latinobarómetro de 2023 y 2024 el porcentaje de jóvenes menores de 25 años que ve con buenos ojos a los sistemas autoritarios o expresa indiferencia entre estos y la democracia supera al de los que prefieren a los gobiernos salidos de las urnas.
¿Esto significa que el futuro de la democracia como sistema político está condenado? Esa es una de las preguntas que responderemos en el curso online ¿Cómo comunicarse con la generación Z?, el cual se desarrollará a partir de septiembre de la mano de la universidad del Grupo Perfil y la Universidad del Sur de Buenos Aires.
En él, el equipo de investigación que participó en la escritura del libro Polarización, soledad y algoritmos. Una radiografía de las nuevas generaciones (Siglo XXI Editores, 2025) ayudará a entender cuáles son las características principales de un grupo poblacional que ha crecido con el móvil en la mano, lo que ha modificado de manera importante sus hábitos informativos, sus formas de socializar e incluso su salud mental.
Uno de los temas abordados serán las causas que generan el desapego hacia la democracia. La principal es el pesimismo que sienten muchos sobre su situación actual y el futuro, sobre todo en las sociedades más desarrolladas. La idea de que los jóvenes podrán vivir mejor que sus padres se ha deteriorado de manera importante en los últimos años por la crisis de vivienda, los empleos precarios y la caída del poder adquisitivo. En Europa, hoy los jóvenes ya no son más felices que el resto de la población, como lo eran antes, según el Reporte Mundial de la Felicidad. En Norteamérica y Australia, incluso ahora son los más infelices.
En Argentina, los jóvenes identifican entre sus principales problemas la pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades laborales y educativas, la violencia y la inseguridad. Aunque las prioridades varían ligeramente, es evidente que el tema económico mantiene una gran importancia.
Esta situación hace que muchos centennials sientan una fuerte tendencia antisistema que los lleva a rechazar a los partidos de gobierno y a sus representantes políticos. En algunos casos, este mismo sentimiento también los anima a defender modelos alternativos a la democracia que consideran que pueden ser más eficientes.
Los jóvenes han desarrollado una visión más utilitarista. Según los datos que revelan diversas encuestas, están dispuestos a sacrificar libertades a cambio de tener un mejor nivel de vida. Ante este escenario, el reto de la política está en contener el deterioro de la democracia, hacerla más efectiva y transmitir su imprescindibilidad para el desarrollar una vida plena.
Para tener éxito en dicha misión, es imprescindible aprender a comunicarse con los jóvenes de una manera más efectiva. Ese es otro de los puntos en los que hará hincapié el curso ¿Cómo comunicarse con la generación Z?. Se revisarán cuáles son los códigos, medios y el lenguaje que utilizan, a fin de poder adaptar los mensajes de instituciones y líderes para que puedan ser más exitosos en su objetivo de dialogar con las nuevas generaciones.
Publicado en: Perfil (29.08.2025)
Enlaces asociados:
– Nuevo curso sobre Comunicación Política y generación Z (inicio en septiembre)
– Página web especial sobre la generación Z