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«Los políticos han perdido el privilegio de su función; la política se hará con o sin ellos»

Entrevista con E. Iribarren para Noticias de Gipuzkoa.

El asesor y consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí ha estado en Donostia para presentar sus reflexiones sobre la necesidad de aplicar la filosofía, las actitudes filosóficas, a la política. Gutiérrez-Rubí demanda una acción política más humanista y reflexiva.

Donostia. Filopolítica: filosofía para la política es el título del libro en el que Antoni Gutiérrez-Rubí ofrece a la política contemporánea un camino hacia su «salvación». Es un hecho que la sociedad está cada día más alejada de la clase política, más descreída. La crisis económica no ha hecho sino ahondar esa sima con el riesgo, como alerta el propio Gutiérrez-Rubí, de volver a la política en un hecho irrelevante a los ojos de los ciudadanos.
Asesor en comunicación y consultor político, Gutiérrez-Rubí sugiere rescatar la filosofía para la política mediante «actitudes filosóficas» como la meditación, la reflexión o el análisis, comportamientos en las antípodas del cortoplacismo y la teatralización que exhiben los políticos. Gutiérrez-Rubí expuso su propuesta ayer en la Casa de la Paz de Donostia invitado por el Instituto de Gobernanza Democrática que dirigen Daniel Innerarity y Juanjo Álvarez. Todo el que quiera conocer su teoría puede hacerlo en su página web (www.gutierrez-rubi.com) y descargarse el libro gratuitamente.

¿Qué es la filopolítica?
Filopolítica es la utilización de la filosofía, de sus actitudes, de sus ideas, de su cultura filosófica, para la acción política. Y lo que aporta, fundamentalmente, es la necesidad de fundamentar la acción política sobre las ideas y sobre la reflexión. No puede haber acción política si no está sustentada sobre esos dos pilares: ideas o principios y reflexión. Las actitudes filosóficas son la introspección, la meditación, la ponderación, la moderación, el análisis, la duda, la discusión… Todo este tipo de actitudes tiene una naturaleza fundamentalmente política, por eso es importante incorporarlas a la política. Son elementos que enriquecen la acción y la vida política.

¿Son compatibles estas actitudes con una realidad política mediatizada por la presión de los medios o por la urgencia de las citas electorales?
Sea cual sea la dificultad para hacerlo compatible, lo que sí sabemos es que es urgente. Y necesario. Nunca la política había estado tan desacreditada, nunca había estado tan alejada, nunca había tenido tan poco mando en plaza. Cuando uno está en situación crítica, perpetuar lo crítico te lleva al alejamiento total. No pido renunciar a la comprensión de lo complejo y lo difícil derivado de las tensiones que la inmediatez causa en el hecho político; sencillamente, es que esta situación nos ha llevado a una posición casi de irrelevancia de la política. Hay que volver a recuperar las constantes vitales. La política nos tiene que ayudar a pensar, a hacernos mejor desde el punto de vista del pensamiento. ¿Si no nos hace pensar cómo nos va a pedir actuar?

¿Es consciente la clase política de esta situación? ¿Está dispuesta a reformarse?
La clase política ha perdido el privilegio de la acción política. Ahora vamos a hacer política con ellos o sin ellos. Con partidos o sin partidos. La gran transformación que vamos a vivir es la transformación de los protagonismos y no les vamos a atribuir ni respetar ningún tipo de protagonismo ni de exclusividad. Lo que hemos visto en Egipto es que no se ha respetado el protagonismo y la exclusividad de las formaciones políticas tradicionales, de los Hermanos Musulmanes o de un líder como El Baradei.

Silvio Berlusconi también es un ejemplo del estado en el que se encuentra la política actual. ¿Los males que aquejan a la política son un caldo de cultivo para que surjan este tipo de dirigentes?
Es el otro extremo, el ejemplo de la putrefacción de la política. Las dos cosas se caen, independientemente de la dificultad a la que nos enfrentamos para que esto suceda o el tiempo que pueda tardar en ocurrir. Repito, se han acabado los privilegios.

En Egipto, con la ayuda de las nuevas tecnologías, se ha producido una revolución inesperada. ¿Qué ha ocurrido?
Una de las cosas que ha sucedido ha sido el colapso de la jerarquía y de la autoridad. El colapso de los elementos de control del tiempo. La sincronía y la potencia de mensajes, personas, relaciones, ideas y diálogos en tiempo real en un momento dado es de tal envergadura que colapsa los elementos de control y los elementos disuasorios de lo efervescente mediante el control del tiempo. Hasta ahora, las dictaduras se han fortalecido gracias a que lo que se sabía en un sitio no se sabía en otro más lejano. O que cuando sucedía un hecho la autoridad la explicaba al día siguiente de una manera de acuerdo a sus intereses. En Egipto ha ganado el tiempo real.

Usted pronostica que lo que ha ocurrido en Túnez y en Egipto ocurrirá también con otras dictaduras que, ahora mismo, parecen inabordables.
Seguro. El tiempo real gana porque no hay posibilidad de control por parte del tiempo diferido. Las nuevas herramientas de la información y la comunicación son una tecnología que empodera al tiempo real. Si en la década de los noventa la cadena de televisión CNN fue el paradigma de está pasando, lo estás viendo, las nuevas tecnologías han convertido aquel paradigma en está pasando y lo estoy haciendo. Se desborda todo lo establecido. Las compuertas de control no es que se abran ante la fuerza de esta tecnología, es que no tienen fuerza para contener.

A los políticos se les reprocha su alejamiento de la sociedad, la falta de cercanía hacia los problemas de los ciudadanos. Acabo de estar en Centroamérica con varios dirigentes políticos. Les he pedido que me dejen ver su teléfono móvil para observar el registro de sus últimas treinta llamadas. En algunos casos, solamente tenían registrados tres números de teléfono. O ese político tiene un mundo muy pequeño o tiene un mundo muy jerárquico. No había porosidad social en su acción política. Políticamente hablando, está muerto. Este es otro mal de la política actual, que los círculos que rodean a los políticos son cada vez más estrechos.

En su libro habla de la importancia de emplear un lenguaje riguroso y sincero
El lenguaje muestra la calidad moral del que lo emplea. Confucio, hace 2.500 años, ya dijo que si se trata de gobernar una nación «lo más importante es el lenguaje». El lenguaje político actual no sirve, parece caduco ante un mundo que ha cambiado. Hay que mirar atrás, a los clásicos, a Aristóteles, a Séneca, a los fundamentos éticos del debate sobre lo humano y lo colectivo.

Publicado en: Noticias de Gipuzkoa (16.02.2011)

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