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El poder en la Red se obtiene por el mérito, el talento y la creatividad

Publicado en: El Cultural.es (12.12.2011)

Entrevista con Daniel Arjona para El Cultural/El Mundo, que reproduzco a continuación:

Zapatero acaba de reconocer que en el último minuto decidió dejar la Ley Sinde en la cuneta por «la movilización en Internet». Y es que la política ha cambiado. Si las redes sociales, con Twitter en vanguardia, activan revoluciones, defenestran de la noche al día a los políticos torpes que las usan (mal) y ejercen una poderosa presión sobre el Poder, plataformas como Wikileaks han mostrado a su vez la foto desnuda de la política en acción. Para bien afirma Antoni Gutiérrez-Rubi que defiende en La política vigilada. La comunicación política en la era de Wikileaks (Editorial UOC) que las tornas han cambiado y que hoy es la sociedad la que vigila a sus gobernantes. Gutiérrez-Rubí defiende «la vitalidad democrática incontestable» de las redes, aunque también previene contra la tentación de confundir a tus followers con «electores».

Pregunta.- ¿Demuestra su libro que las tornas han cambiado y que, gracias a las redes, son ahora los ciudadanos los que vigilan a los Gobiernos?
Respuesta.- No sé si lo demuestra, pero si ilustra la diversidad, intensidad y calidad de las iniciativas de democracia vigilante por parte de la ciudadanía. En el libro se recogen más de 150 iniciativas de control, fiscalización, monitorización y visualización de la acción política. Todas estas iniciativas responden a una tensión democrática por hacer más transparente y visible el trabajo de nuestros representantes. La política vigilada es un reto para todos.

P.- Y sin embargo, Wikileaks ha acabado prácticamente disuelto y con Assange procesado. ¿Cuáles fueron sus aciertos y sus errores?
R.- Sea cuál sea el destino de Assange y de Wikileaks, han cambiado la percepción de la legitimidad del secreto en la acción política. Creo que si no se puede decir, saber y explicar, quizás es que no debería haberse hecho por razones éticas o legales. La justificación de que el secreto es todavía una fuente de legitimación de la acción política democrática se ha desmoronado. La política ha perdido el privilegio de la acción política, así como de sus dos medios más habituales: el control del tiempo y el de la información. Wikileaks, por lo que significa, ha roto este paradigma.

P.- Algunas voces señalan la consolidación de un beligerante grupo de «tuiteros» con los que el Gobierno no se atreve, como ha reconocido el propio Zapatero. ¿Qué opina?
R.- Pues que los protagonismos y las referencias están cambiando en la sociedad red. Del mundo analógico al digital. Los nuevos creadores de opinión, los nuevos curators y prescriptores de opinión e información están construyendo nuevas legitimidades en base a su reputación y a su presencia en la Red. Ignorarlo es poco inteligente. De la misma manera que sería confundir «a los que te siguen» como electores y atribuirse una representación formal en un entorno informal. Aunque la nueva representatividad social que emerge en la Red tiene, a mi juicio, elementos de vitalidad democrática incontestable: el «poder» (la reputación+notoriedad+influencia) se obtiene por el mérito, por el talento, por la creatividad; no por la posición que ocupes en un organigrama.

P.- ¿Estamos, como afirma en su libro, en la antesala de una política sin partidos y sin políticos?
R.-Hago una doble afirmación: Primero, que los partidos y los políticos no va a ser los únicos «representantes» legítimos y exclusivos para la acción política. Y segundo, que el reto de la política formal es volver a ocupar un espacio de servicio, que ya no será ni exclusivo ni privilegiado, haciendo nueva y otra política. Si no lo hacen, si sus cambios son más lentos que los que demanda la sociedad, el riesgo del populismo digital (antipolítico o nopolítico) puede llevarse por delante las esperanzas de cambio y los deseos de más política (pero diferente) que se siente y se expresa en todas partes del planeta, especialmente en la sociedad red.

P.- ¿Cuánto de realidad y cuánto de mito hay en la afirmación de que Twitter es una suerte de nuevo Libro Rojo que activa revoluciones por doquier?
R.- ¿Libro Rojo? La diferencia es que este libro (el del time line de Twitter) se hace con la aportación de las personas. No se trata de consignas a seguir, sino de un denso espacio de informaciones, opiniones, emociones y datos que reconfiguran la manera que tenemos de ver la realidad. Un cambio de perspectiva y un cambio de posición: la del actor, no la de espectador. No es uniformidad, es diversidad. No es un ejército popular, es un flujo popular. No se trata de repetir, aunque puedas hacer RT; no se trata de seguir, aunque puedas mencionar; no se trata de seguir disciplinadamente, aunque sigas un hahstag. CNN, como símbolo de la información comprometida y de proximidad tenía un lema: «Está pasando, lo estás viendo». Twitter es mucho más: «Está pasando, lo estoy haciendo».

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