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Rajoy, la realidad y el deber

Golpe de audacia de Rajoy: «La realidad me ha impedido cumplir mi programa electoral», ha dicho hoy el Presidente en una entrevista. Se acabaron —parece— los eufemismos y las fintas. Y, en pleno desafío, ha afirmado: «Estoy convencido de que cumplir con mi deber me llevará a volver a ganar las elecciones».

Estas dos afirmaciones son un cambio muy importante en el discurso oficial que hasta la fecha había sostenido el presidente. Ya no habla del pasado, sino del presente. El aumento de volumen crítico de Alfredo Pérez Rubalcaba, unas horas antes, en el que acusaba sin miramientos, de «mentir y engañar» obligaba a Rajoy a responder a la grave acusación.

La estrategia de Rajoy se alimenta de la tesis de lo inevitable. No puedo hacer lo que quiero (o prometí), sino lo que debo. El deber disociado del compromiso y de la voluntad. El deber condicionado: el determinismo histórico.

La apuesta de Rajoy es interesante desde el punto de estrategia de comunicación, y —evidentemente— cuestionable desde la lógica política. Y abre preguntas muy de fondo sobre la ética del deber. Supongo que el Presidente se habrá armado intelectualmente (histórica y filosóficamente) para abordar un desafío de tal envergadura intelectual.

Resulta sorprendente que, cuando no hace ni un año de las elecciones, Rajoy hable del resultado de los próximos comicios y se presente, sin dudarlo, como futuro ganador. La formulación de la frase no deja dudas: no es un deseo, ni una voluntad, sino una afirmación rotunda. Casi tan inevitable como hacer lo que deba aunque no sea en lo que crea o haya ofrecido.

Las preguntas se agolpan: ¿puede un Presidente ser efectivo haciendo algo en lo que no cree o no quiere?, ¿puede el deber ser vivido como una responsabilidad sin la fuerza de la convicción y la coherencia?, ¿la realidad que le obliga a cambiar de políticas no es, también, un argumento para cambiar de protagonistas y de responsables?, ¿se puede ser Presidente cumpliendo tu misión en contra de tu propia voluntad o compromiso? Es evidente que Rajoy deberá profundizar en las respuestas, haciendo un ejercicio pedagógico inusual, si no quiere que estas palabras sean su epitafio o la punta de lanza de la crítica social, política y mediática.

Lo último que le falta a la política, además de ser irrelevante (que es en el fondo lo que constata la afirmación de Rajoy), es que sea percibida, también, como un fraude. El Presidente deberá esforzarse en justificar cómo y por qué es aceptable democráticamente que pueda seguir con sus responsabilidades contra su voluntad y sus convicciones. El realismo político —«la realidad», en sus palabras— obliga, más que nunca, a ejemplaridad, humildad y reconocimiento de errores. Si quiere cumplir con su deber, deberá tener mayoría ética y un renovado pacto social. Para cumplir con su programa ya tenía la mayoría parlamentaria. Pero, ahora, las ecuaciones han cambiado.

Si gobernar en esta situación económica era difícil, intentarlo en este «encuadre moral» (el deber) será una proeza o un descalabro total. Veremos.

Publicado en: El País (02.09.2012) (blog Micropolítica)

Fotografía: Rolands Zilvinskis para Unsplash

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