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La política por sombrero

PIE DE FOTO ELECTORAL (3)

John Fitzgerald Kennedy fue el primer presidente norteamericano que prescindió del sombrero en su imagen pública. No lo utilizó en la ceremonia de investidura asestándole así un golpe mortal como símbolo del poder y de la respetabilidad. Hay quien afirma que su decisión abocó al gremio a la bancarrota, aunque ya había perdido el 50% del mercado antes de su llegada a la Casa Blanca. “Los sombrereros fueron, sin duda, el lobby que más presionó en Washington durante la presidencia de Kennedy”, escribe el periodista Neil Steinberg en su libro Hatless Jack. El presidente, el Fedora y la Muerte del Sombrero, un manual de semiótica y sociología de la moda política y su evolución en los Estados Unidos, desde John Adams hasta JFK a través del vestuario.

El sombrero sigue siendo un elemento muy importante en diversos contextos como símbolo político e identificación social o cultural. George W. Bush, por ejemplo, lo utilizaba frecuentemente en su etapa como gobernador de Texas en 1994. Hugo Chávez se ha puesto también todo tipo de gorros, gorras, boinas y sombreros en su obsesiva carrera por la visibilidad y el populismo. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, se los coloca siempre que puede sin importarle el tamaño, el color y su posible atractivo. Y el depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, hizo de este el símbolo de su resistencia política, hasta que fue expulsado del país sin su sombrero, lo que revela la importancia que tuvo la prenda. Hasta el Papa Benedicto XVI tiene una debilidad por cubrirse la cabeza como parte de una estrategia de aproximación e identificación con públicos muy diversos.

En España es raro ver a un político con sombrero… aunque, en el marco de una campaña electoral, todo es posible. En la fotografía de Eliseo Trigo vemos al actual presidente de la Xunta y candidato a la reelección por el PPdeG, Alberto Núñez Feijóo, bromeando con el escritor y periodista Paco Rivera durante su visita, hoy, a la ciudad de Lugo, que celebra las fiestas patronales de San Froilán. Ambos llevan un sombrero tipoFedora”.

La imagen recoge muy bien un momento de espontaneidad y naturalidad cívica y festiva. Una foto oportuna, relajada y tranquila para un candidato al que las encuestas parecen revalidar su mayoría absoluta y que hace de la normalidad y la proximidad una fuerte baza en su estrategia política. No parece que Feijóo muestre preocupación alguna. Nada que ver con el triste poema “Llevo el dolor del mundo por sombrero” de la escritora Dolores Alberola.

Esta fotografía no será histórica, como muchas otras lo han sido en la vida pública y política, pero tiene su historia: la grande y la pequeña. La grande: el sombrero que lleva Feijóo se puede adquirir en la mayoría de esquinas de la ciudad, a través de vendedores ambulantes que buscan una oportunidad en el ambiente relajado de las fiestas locales. La pequeña: la del rostro del niño que no vemos pero que intuimos que está mirando al candidato y que se viste casi como él. ¿Qué pensará?

Gracias Eliseo Trigo por esta foto, por la que me quito el sombrero.

(Fotografía ©Eliseo Trigo)

Publicado en: El País (7.10.2012) (blog “Micropolítica“)

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