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De las mareas… al tsunami

Cada vez la situación es más preocupante. Los casos de corrupción no dejan de azotar a nuestra sociedad, desgarrada por los graves problemas económicos y sociales. Las respuestas que esta recibe por parte de la mayoría de los responsables políticos dejan al descubierto más preguntas y más dudas que respuestas y certezas. La excesiva generalización de la opinión pública respecto a los políticos y a la política es parte de la percepción de la generalización de su propia conducta. El Debate del Estado de la Nación, a pesar de su indudable importancia (política) y relevancia (en las medidas que se aprobarán el martes), arroja un balance pobre y decepcionante. No es exagerado afirmar que la inacción en el pasado y la parálisis del presente comprometen el futuro: ¿la democracia está en peligro? Al menos, sí que podemos afirmar que «esta» democracia ofrece síntomas de agotamiento. El reset político es imprescindible, inevitable e inaplazable.

Al mismo tiempo, los ciudadanos son cada vez más conscientes de las posibilidades que tienen de autoorganización y de amplificar sus acciones. La red, en este sentido, actúa como un catalizador natural para el tránsito opinión-organización-acción. El espíritu del 15M está más vivo que nunca. De las plazas a las redes, de las redes a las firmas, de las firmas a las ILP. Y vemos cómo las iniciativas van desde el activismo digital (la dimisión de la cúpula del PP, en forma de petición en Change, con más de 1.000.000 de firmas e impacto internacional) hasta la propuesta formal de iniciativas parlamentarias. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), un movimiento con un fuerte vínculo con el 15M, ha paralizado más de 500 desahucios y ha propiciado el inicio de una reforma legislativa.

Los ciudadanos no se sienten suficientemente representados. Más aún: sienten que la democracia ha sido parcialmente secuestrada, hasta convertirla en parte de una parodia carnavalesca. Y, ante ello, su actitud no va a ser pasiva. Han descubierto que juntos pueden propiciar cambios y van a trabajar por ello. Las mareas ciudadanas despiertan a la mayoría silenciosa: torpe argumento de los que confrontan –con soberbia– plazas con urnas, para despreciar a las primeras e instrumentalizar a las segundas.

La fecha escogida no es una casualidad y despierta alguna inquietud. El 23F es una fecha relevante para la democracia española. Una marea humana se está organizando para ocupar las calles y reclamar una «verdadera democracia». A partir de la base de un manifiesto, que no deja dudas de su intención, han conseguido una gran cantidad de adhesiones y un mapa de convocatorias relevante.

Los ciudadanos están hartos. Les sobran los motivos para ello. Las respuestas que reciben de los representantes no dejan de ampliar sus recelos. ¿Qué hacen los diputados?, se preguntan, como anticipo de la sospecha, no de la duda. Pero están preparados y se saben organizar en red. La ciudadanía no piensa callar su voz. Cada vez es más evidente su descontento. La marea busca respuestas. ¿Hay alguien al otro lado?

El silencio, el desprecio o la inacción de la política formal a las demandas de cambios que reflejan las mareas pueden alimentar el tsunami de la antipolítica o la apolítica. Beppe Grillo, por ejemplo, puede sacudir los cimientos democráticos con su oferta bufa y su tsunami tour. Reírse de la política como el arma más eficaz contra el inmovilismo. El líder del Movimiento 5 Estrellas «no ha pisado un plató ni respondido una sola pregunta periodística durante la campaña electoral que ha acabado este viernes. Su método para llegar a los ciudadanos se ha basado en una combinación muy eficaz entre lo más viejo, el contacto personal a través de mítines sin parafernalia, y lo más nuevo, una página web interactiva, un blog y una cuenta de Twitter». Una combinación mesiánica de telepredicador civil, profeta de la antipolítica y de agitador social, configura una personalidad arrolladora. Hace reír, aunque no siempre hace pensar. Y lo que cuenta, hace y propone… no es de risa.

Su discurso contra la corrupción de los partidos y los recortes de Bruselas ha calado entre la gente. Ante las resistencias del sistema a reformar, propone una implosión del sistema desde dentro. La política sin partidos avanza en un difícil equilibrio entre los que quieren más política y los que quieren menos.

Un incono político, Daniel Cohn-Bendit, líder del Mayo del 68, acaba de publicar un panfleto sugerente y provocador: Pour supprimer les partis politiques!? Réflexions d’un apatride sans parti (Indigène Editions, 2013). Cohn-Bendit casi siempre llega el primero: su capacidad anticipatoria es propia del instinto, el análisis y de un oportuno y razonable interés personal. En el estimulante texto, cita y recupera a Simone Weil: «Presque partout -et même souvent pour des problèmes purement techniques- l’opération de prendre parti, de prendre position pour ou contre, s’est substituée à l’opération de la pensée. C’est une lèpre qui a pris origine dans les milieux politiques, et s’est étendue à travers tout le pays, presque à la totalité de la pensée. Il est douteux qu’on puisse remédier à cette lèpre, qui nous tue, sans commencer par la supresión des partis politiques».

Las mareas suben y bajan. Cuando se retiran, no retroceden: es su manera natural de recordarte que volverán. Pero lo mismo pasa con los tsunamis: antes de la ola devastadora, el mar se retira, propiciando una confianza ilusa de extrañeza. Pero cuando vuelve, su velocidad y altura son imparables.

Escuchen las mareas, si no quieren ver —un día— un tsunami.

Publicado en: El País (22.02.2013)(blog Micropolítica)
Fotografía: Leo Escala para Unsplash

Enlaces de interés:
Los jóvenes que han emigrado crean la ‘marea granate’ (El País, 27.05.2013)

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32 COMENTARIOS

  1. Me parece excelente el gráfico con que se empieza esta entrada. Los ciudadanos, hasta ahora, dóciles y obedientes, han empezado a organizarse, única forma de hacer frente al situación a que nos ha llevado en actual sistema económico. Desde mi punto de vista se trata de sustituir la democracia representativa por otro tipo de democracia en la que no existan partidos políticos y gran parte de los ciudadanos (a ser posible, todos los ciudadanos) se sientan y actúe como sijetos políticos. De ese tipo de democracia ya se habló en el dia de la democracia; Mayor Zaragoza fue uno de los firmantes de un proyecto de democracia participativa. Es algo al que he dedicado, sin pretensión de agotar el tema, varias entradas en mi blog. Y lo que para mí es mucho más importante es la línea en la que está trabajando en nuevo «partido»; me parece muy importante prestar atención a sus propuestas.
    Un salido

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