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Lecciones de unas elecciones

El resultado de las elecciones andaluzas de este domingo, al margen de las lecturas que se puedan hacer en clave territorial y de la valoración sobre la apuesta claramente vencedora de Susana Díaz, abre un escenario incierto e indefinido sobre la configuración política final de los actores políticos en el ecosistema español. De los conocidos y de los emergentes. Las percepciones de hoy y las perspectivas de mañana van a ir modificándose a lo largo de estos meses y de las sucesivas citas electorales. Pero podemos aventurarnos a afirmar que la transición hacia un nuevo mapa político no es ―¿todavía?― la materialización inequívoca de una segunda transición española. Al contrario. El bipartidismo no se hunde en absoluto, aunque el PP paga caro sus políticas, y Rajoy sufre un severo correctivo.

Vamos a vivir un período donde, al margen de las marcas políticas y los liderazgos que las representen, asistiremos a un triple reto: las soluciones continuistas, las ofertas reformadoras y las opciones rupturistas. Todas ellas tienen menos paredes estancas e impermeables de lo que parece. Porque, independientemente de las tres grandes alternativas, la transversalidad ideológica es la característica que tienen en común. El mapa electoral se mueve, lentamente, hacia valores y actitudes, en detrimento de las propuestas y las ideologías. Y lo viejo y lo nuevo se entrelazan, se relacionan, se retroalimentan y… se necesitan.

Las fuerzas emergentes comprobarán que convertir las emociones y percepciones en proyectos políticos y en mayorías sociales reclama tiempo. Casi paciencia. La que no se tiene y no se está en disposición de conceder. Y todo el mundo tiene prisa, porque las urgencias que ha provocado la gestión de la crisis económica y política son lacerantes e hirientes. A lo que hay que añadir una innegable tensión que genera el combate entre la modernidad (estética, generacional, digital, cultural) y lo caduco, obsoleto y agotado. Quien sepa gestionar el tempo en este proceso dinámico, en ebullición y contradictorio, emergerá como el actor político de fondo y para el fondo de los problemas.

Podemos se agita y agita con su imperativo «ahora» un entorno excitado y cabreado. Pero el «después» va a ir dominando, creo, la hegemonía política. Saber administrar lo urgente y lo importante ―que casi nunca van de la mano en la política tradicional― situará las bases y los fundamentos del nuevo mapa. Ciudadanos, en cambio, ha gestionado bien las ganas de un cambio estético y generacional.

¿En estas elecciones se decidía el futuro de Andalucía o de los partidos que concurrían a esta cita electoral? El resultado, y sus interpretaciones, trasladarán el foco de la política de los problemas de las personas a los desafíos políticos de los partidos que los interpretan. Estas elecciones han demostrado la resiliencia y el dominio cultural, social y político del PSOE en Andalucía, el deterioro del PP, la solvencia de Ciudadanos, la agonía de IU y la fuerza real de Podemos.

Joan Subirats y Fernando Vallespín, en su reciente libro España/Reset, alertan de la necesidad de plantear «una segunda transición» y que lo que sucede «no es una crisis política, es un cambio de época». Parece que no será tan radical, o no tan rápido. Hace tres años, en el barómetro de Metroscopia de octubre de 2012 se afirmaba que «la brecha social afectaba al sistema». Es cierto, pero ni la afectación es global, ni tiene las mismas consecuencias para todos.

Estamos en el primer asalto electoral. Pero el PP, a nivel del Estado, no tiene tiempo para refundarse y sus liderazgos electorales no se han renovado como los de los demás. Rajoy apuesta por la continuidad. De las tres opciones (continuidad, reforma, ruptura) ha perdido la que el PP representa. Los electores parece que no la desean. Tampoco una buena parte de los suyos, si es que todavía se puede hablar en términos de propiedad electoral de los votos de los ciudadanos.

Publicado en: El País (22.03.2015)(blog ‘Micropolítica’)
Fotografía: Martin Martz para Unsplash

Enlaces de interés:
El desprecio de los políticos (Germán Cano. El País, 9.10.2012)
La gran responsabilidad (Antonio Estella. El País, 12.12.2012)
En guerra contra los políticos (Fernando Vallespín, 30.08.2012)
Los políticos como problema: repercusiones electorales en España (Jorge Galindo. Beerderberg)

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