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Outsiders I: Los empresarios políticos

ANTONI GUTIÉRREZ-RUBÍ / SANTIAGO CASTELO

¿Qué tienen en común Donald Trump, Mauricio Macri, Horacio Cartés y Sebastián Piñera? Un pasado como empresarios. Los cuatro, antes de incursionar en la política, fueron empresarios de éxito. Este fenómeno no es nuevo. En Estados Unidos, por ejemplo, hay una larga tradición de industriales devenidos en políticos, desde Herbert Hoover, un destacado ingeniero de minas y gestor de capital estadounidense en el extranjero, hasta la dinastía Bush, con un larguísimo recorrido en la industria del petróleo.

Este es solo uno de los tipos de outsiders que existen y que intentaremos analizar en esta serie de artículos. Todos ellos son personajes que emergen fuera del sistema político y partidario tradicional, como respuesta a una demanda de nuevos protagonismos en un escenario de profunda desconfianza y desafección política. Una sociedad que no confía ni cree en la política y en sus políticos es receptiva a la aparición de nuevos y diferentes actores, como son los empresarios políticos. Veamos, a continuación, algunas de sus principales características y ventajas:

La identidad antipolítica. No hay, a priori, un ámbito menos politizado que el empresarial. Lo privado contrasta con lo público, es su antítesis, al menos en el imaginario colectivo. Por ello, suelen aparecer después de ciclos de alta ideologización y politización, cuando la sociedad muestra cansancio a causa de los altos niveles de confrontación. Es el fenómeno que se conoce como pospolítica, «la gestión de los asuntos sociales como algo técnico», la nueva tecnocracia.

Más confianza, por ahora. Históricamente, el empresariado ha gozado de mayor confianza que los políticos. Así lo ha vuelto a demostrar el último Trust Barometer de Edelman, con una diferencia de 9 puntos a su favor. La tendencia se repite en Latinoamérica, tal como lo expuso Latinobarómetro: 42% en corporaciones, 38% en Gobierno y 22% en partidos políticos. Habrá que ver si, después de los últimos casos de corrupción —algunos incluso conocidos por los nombres de las empresas responsables—, el empresariado logra mantener esta ventaja comparativa.

El relato del éxito. Los empresarios resultan especialmente atractivos en tiempos de recesión y crisis económica. Son personajes asociados al éxito, personal y colectivo. Este relato es extremadamente potente, sea un caso de superación personal, tipo «sueño americano» o «mito del garaje», o simplemente de gestión exitosa. La asociación entre la gestión empresarial y la gestión política tiene una dimensión emocional muy poderosa que apela directamente a lo aspiracional.

Un discurso diferente. Estos personajes traen, del mundo de la empresa, palabras, conceptos y valores que rompen con la liturgia política tradicional. La eficiencia, por ejemplo, se vuelve casi una muletilla. Es una manera de hacer las cosas, pero es también un propósito, un fin. «Estamos logrando un país más eficiente, progresista y honesto», dijo Horacio Cartes el año pasado. «El Estado también debe ser austero y eficiente en el uso de los recursos», propuso Piñera en su segundo discurso de investidura. También se habla de meritocracia, como modelo y sistema —en Argentina, por ejemplo, fue tema de debate nacional a principios de 2016—, de esfuerzo personal y trabajo en equipo.

Apuesta por la comunicación. Estos proyectos, en su afán por convertirse en nuevas y diferentes ofertas políticas, suelen dedicar tiempo y recursos a la comunicación, el marketing y el branding. Son disciplinas que conocen de su paso por el mundo corporativo y que utilizan sin prejuicios ni complejos.

Visión a largo plazo. Que sean liderazgos ajenos al mundo político no quiere decir que se desarrollen de un día para otro o que sean indiferentes a la lógica de lo político. Por un lado, tienen que concebirse como proyectos estructurales, a medio y largo plazo, no pueden ser ni parecer una oferta improvisada. Necesitan, por tanto, cierto tiempo de gestación y desarrollo, como los casos de Macri, que ya tiene 15 años de experiencia política o Martinelli, que fundó el partido en 1998 y se convirtió en presidente once años más tarde, en 2009. Por otro lado, por más outsiders que sean y quieran parecer, no pueden ser completamente ajenos a la lógica política, tienen que lograr relaciones y alianzas políticas, como Fox con el PAN, Piñera con Renovación Nacional y tantos otros.

Los political entrepreneurs. En estos últimos años, a los empresarios políticos tradicionales se han sumado otros actores, provenientes del mundo de la innovación y la tecnología. Son los political entrepreneurs, que aportan a la política y a la resolución de problemas sociales desde la tecnología y la disrupción. Elon Musk, Jack Ma y Marck Zuckerberg son hoy sus máximos referentes.

El empresario político es un tipo de outsider que seguirá emergiendo y teniendo protagonismo en tiempos de desconfianza y descrédito de la política tradicional; y son actores especialmente sugerentes y atractivos durante una crisis económica. Que hoy sea un empresario exitoso no significa que mañana será un buen político; no hay ningún motivo para pensar en una relación de causa y efecto. Pero tampoco quiere decir que no pueda serlo y que la transición sea positiva y beneficiosa. Los empresarios políticos (también los political entrepreneurs) han llegado para quedarse y competir.

(Este es el primer texto de una serie de artículos que se irán publicando periódicamente sobre Outsiders en política)

Publicado en: Aristegui Noticias (9.04.2018)

Artículos asociados:
– Outsiders II: Pastores y políticos (29.05.2018)
Outsiders III: Deportistas políticos (11.07.2018)
The Rise of the Outsiders: How Mainstream Politics Lost Its Way (John Kampfner. The Guardian, 19.06.2017)
Howard Schultz, el ex CEO de Starbucks, quiere ser presidente de EE.UU. (Clarín, 28.01.2019)

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2 COMENTARIOS

  1. Gracias este post nos llega a Vanezuela justo en el momento de la confianza cero en los partidos y sus políticos. Varios empresarios surgen como autsiders sin que ninguno haya tenido el tiempo de gestación y desarrollo que tú crees necesario,ni las alianzas requeridas para un programa de gobernabilida.El temor es perder un gran empresario sin ganar unpolítico confiable

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