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Pecados capitales, pecados sociales

Hace ya diez años que el Vaticano sorprendió con un listado de siete «pecados sociales» que se sumarían a los conocidos como «pecados capitales» que fueron enumerados por el papa Gregorio I en el siglo vi. Recordemos: la soberbia, la envidia, la gula, la lujuria, la ira, la avaricia y la pereza. Posteriormente, esta lista fue asumida desde un punto de vista filosófico por santo Tomás de Aquino y desde una perspectiva literaria por Dante Alighieri en una obra cumbre e influyente de la cultura universal como es la Divina comedia.

Los nuevos «pecados sociales» presentados en 2008 por el obispo Gianfranco Girotti, plenipotenciario apostólico del Vaticano, son estos: las violaciones bioéticas, los experimentos moralmente dudosos (como la investigación en células madre), la drogadicción, la contaminación del medioambiente, la contribución a ampliar la brecha entre ricos y pobres, la riqueza excesiva y la generación de pobreza. «Uno no solo ofende a Dios y al prójimo si roba, o si jura en el nombre del Señor en vano, o si desea a la esposa de otro, sino que también se produce ofensa a Dios y al prójimo si, por ejemplo, se perjudica el medioambiente, o se realizan experimentos que manipulan el ADN o dañan embriones», afirmaba Girotti.

De esta lista no se ha vuelto a saber nada más… Fue, quizás, una ocurrencia del obispo, a pesar de que fue presentada en L’Osservatore Romano, diario de la Santa Sede. Pero sí que iba en la dirección de las nuevas reflexiones doctrinales impulsadas por Juan Pablo II en su día: «Es social todo pecado cometido contra los derechos de la persona. Se trata de pecados muy personales de quien engendra, favorece o explota la iniquidad; de quien, pudiendo hacer algo por evitar, eliminar, o, al menos, limitar determinados males sociales, omite el hacerlo por pereza, miedo y encubrimiento, por complicidad solapada o por indiferencia».

Lo relevante de los pecados capitales es la dimensión moral. No son capitales por la magnitud del pecado, sino que, para los moralistas católicos, estos siete pecados se denominan «capitales» en cuanto que son considerados «cabeza» o principio de los demás pecados que ofenden a Dios y al prójimo. A estos siete pecados se contraponen tradicionalmente, según esta concepción moral, siete virtudes: la humildad, la generosidad, la templanza, la castidad, la paciencia a la ira, la caridad y la diligencia.

Esta dimensión moral es, precisamente, la que inspiró a Dante Alighieri y también a muchos otros creadores; también a líderes sociales y políticos. Muchos años antes que la propuesta del obispo, Alfredo Jaar, un artista visual chileno radicado en Nueva York que obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas de Chile en 2013, tomó estas ideas de la tumba de Mahatma Gandhi, que representan la lista de Gandhi de los «siete pecados sociales» publicados en octubre de 1925 en el periódico Young India.

Los pecados que aquejan y detienen el crecimiento de las sociedades y que, además, son la causa y el origen de toda la violencia son estos:
1. Política sin principios
2. Riqueza sin esfuerzo
3. Placer sin conciencia
4. Conocimiento sin virtud
5. Comercio sin moral
6. Ciencia sin humanidad
7. Adoración sin sacrificio

En 1991, Alfredo Jaar explicaba en su obra He Ram lo siguiente: «Eran la representación perfecta de la decadencia moral de nuestra sociedad. Era simple, directo, claro, brillante. No es necesario mencionar que se aplican hoy más que nunca». Lo relevante de la obra es que el artista usaba espejos que imprime con técnicas de serigrafía. Y, en inglés, la palabra reflect se utiliza igual para ‘reflexionar‘ que para ‘reflejar’. Esas palabras nos reflejan y nos hacen reflexionar al volvernos hacia nosotros mismos. Jaar ha utilizado los espejos en su trabajo desde la década de 1980, y, al serigrafiar estas palabras en la superficie de un espejo, le rinde homenaje a Gandhi «en un gesto engañosamente simple: estamos implicados cuando nos vemos a nosotros mismos leyendo, y mientras observamos a otros que se ven a sí mismos y a nosotros», como afirma Lilian Tone, Curadora Asistente del Departamento de Pintura y Escultura del MoMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York).

Reflejar y reflexionar. Reflexionar sobre nuestra imagen reflejada. O cuando los pecados capitales son, realmente, sociales: un reflejo personal.

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