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Elecciones del 28-A: la campaña imprevisible

Las elecciones del próximo mes de abril están abiertas. Más que nunca. Hay varias competiciones simultáneas en marcha sobre: quién gana, quién puede gobernar, quién suma, quién sorprende, quién supera y quién decide. El panorama es convulso, incierto e imprevisible. Todo ello apunta a que la campaña electoral, estrictamente hablando, —y más allá de que estamos inmersos en el concepto de campaña permanente— será decisiva. Es una tendencia global. También en España. Los españoles cada vez están retrasando más su decisión de voto. Según los datos del último barómetro del CIS, un 13,1% de los electores se espera al inicio de la campaña electoral para decidir, un 11,5% toma la decisión en la última semana y un 4% el mismo día de las elecciones. Esto nos da una imagen de la importancia de las estrategias de campaña, dado que, prácticamente, 3 de cada 10 votantes estarán pendientes de ellas para decidir la orientación de su voto.

Esto es especialmente importante para los nuevos partidos. En el caso de los votantes de Cs, alrededor del 50% de sus votantes se esperó a la campaña electoral para decidir el voto, un porcentaje que se situó entorno al 30% en el caso de los votantes de Podemos. Los votantes del PSOE y PP, en cambio, parece que tenían más claro el voto y solo el 17% lo decidió en campaña. En cualquier caso, siguen siendo unos porcentajes determinantes para inclinar mayorías.

La edad también parece un factor relevante respecto a la campaña electoral. En el grupo más joven de votantes, el que tiene entre 18 y 24 años, hasta un 51% se espera a la campaña electoral para decidir su voto, destacando especialmente el 12% que lo decide el mismo día de las elecciones. El grupo de 25 a 34 años muestra un comportamiento parecido, aunque en su caso este porcentaje es del 41%.

Las campañas han vuelto a ser claves ya que los electores deciden el sentido de su voto cada vez más tarde, definiéndose en las últimas horas, lo que lo hace impredecible y no detectable fácilmente. No hay día de reflexión. La agitación política y electoral seguirá hasta las urnas. Votaremos con las papeletas y con el móvil en la mano. Y hasta el último segundo un meme, un video, una noticia —falsa o no—, una foto o un tracking electoral podrá decantar el voto. No es que haya voto oculto, simplemente, es que hay voto al límite… y hasta la urna. Por eso, la gente esconde su decisión antes de votar e incluso después de votar. De ahí la reserva con la que debemos atender los sondeos a pie de urna. Los electores engañan porque quieren proteger su intimidad.

Veamos cinco claves comunicativas y estratégicas de estos comicios.

1. El plebiscito Sánchez. Estas elecciones se parecen a un referéndum plebiscitario: ¿Pedro Sánchez, sí o no? Esta es la auténtica consulta. Este enfoque le da una cierta ventaja competitiva al actual presidente, que parece una opción segura frente a las debilidades e incertidumbres de sus rivales.

2. El fenómeno VOX. Nunca había pasado que una fuerza política sin —todavía— representación parlamentaria condicionara tanto el debate, la estrategia y, seguramente, el resultado electoral. VOX ha conseguido lo que desea cualquier fuerza política: marcar la agenda y aspirar a ser clave en la futura gobernabilidad, si las tres derechas suman. Ya han ganado. Veremos si también deciden o sorprenden todavía más con un resultado de voto oculto.

3. Gobierno de coalición. En todos estos años de democracia no hemos tenido, estrictamente, lo que conocemos por un gobierno de coalición. Dada la fragmentación electoral —y la consiguiente inestabilidad parlamentaria que hemos visto en esta corta legislatura de 8 meses— parece que no será posible un Gobierno estable son acuerdos que vayan más allá de mayorías y geometrías variables.

4. Catalunya inexorable. Casi todo gira alrededor de la cuestión catalana. Las elecciones se producirán bajo el síndrome del juicio contra los líderes independentistas. Pasada la competición electoral se abre un interrogante: ¿la unidad de acción de ERC y el PDeCAT se va a mantener? O bien, por el contrario, ¿los tímidos y cautelosos gestos de diferenciación de los republicanos respecto a los posconvergentes se consolidan?.

5. La segunda vuelta. No esperemos grandes definiciones en abril. La política de pactos posterior a las elecciones municipales (y algunas autonómicas) de mayo va a tener efectos sísmicos de resonancias colaterales. Se reparte todo el poder político y, en consecuencia, los pactos tendrán efectos en el ámbito local, autonómico y estatal.

Publicado en: La Vanguardia (23.03.2019)


Artículos de interés:

Elecciones en la niebla (Oriol Bartomeus. Agenda Pública, 11.04.2019)

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