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El poder de la inercia

Parar cuesta mucho. Muchísimo. El miedo a no saber cómo replantear un camino iniciado nos arrastra a permaner en él, aunque sea sin sentido o sin horizonte. El coraje es, a veces, detenerse, en lugar de seguir avanzando. La inercia en política, como la pereza, destruye la voluntad autónoma, activa el piloto automático, pero sin control del volante. El GPS de la inercia decide y determina la trayectoria. El destino —la meta— es sustituido por la ruta, por la marcha, simplemente.

El poder de la inercia impide evaluar, recalcular… cambiar, si es necesario. En política, en la comunicación política —y en la vida—, romper el determinismo de lo programado por pura decantación es un objetivo transformador. Frente al poder de la inercia, el poder de la voluntad y de la determinación. «La inercia es lo que hace que intentemos resolver los problemas de hoy con fórmulas de ayer: lo que tenemos que hacer es reinventar el futuro» escribió Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco.

La inercia pasiva es pura decadencia. Un acomodo vulgar para la inacción y la resignación. Por el contrario, la inercia activa, aquella que renuncia a la responsabilidad y al coraje de cambiar, puede ser peligrosa y cómplice. Sin cambiar de velocidad, ruta, vehículo o destino, corremos el peligro de no llegar a tiempo para resolver muchos retos inaplazables. Hace pocos días, y previo a su encuentro con los líderes del G7, António Guterres, secretario general de la ONU, advertía  —por enésima vez— sobre la emergencia climática y el momento clave en el que nos encontramos. «Nos aproximamos a un punto sin retorno».

A nivel local, en nuestro entorno más inmediato, otra alerta más estructurada y propositiva, ha dejado un documento que merece ser leído, analizado y asumido. Me refiero a «Catalunya 2022. Reset. Llamamiento para reactivar el país», fruto de la labor del Grup de Treball Catalunya 2022, que ha presentado un plan de acción para reactivar el país después de la pandemia, incoporando las aportaciones de ámbitos y disciplinas muy diferentes y que busca sumar el compromiso de la sociedad civil en la definición de políticas orientadas a garantizar la competitividad y el desarrollo de Catalunya en los futuros escenarios poscovid. Nada será un «continuará». La nueva normalidad no puede ser la antigua inercia.

Cambiar es un desafío. Cuando dejas de pedalear, caes de la bicicleta, cierto. Pero seguir en marcha, por un camino sin salida, es un placebo que no nos podemos permitir.

Publicado en: La Vanguardia (17.06.2021)

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2 Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo, lo que más me preocupa es la sensación de estar «clamando en el desierto». Eso si, que bien clamas.

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