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Seguimos hablando

El Grand Prix for Good del pasado Festival Cannes Lions (la mayor cita global de la publicidad) fue para la campaña de Publicis México para Propuesta Cívica y Reporteros Sin Fronteras: #StillSpeakingUp DeepTruth. Usando la técnica del deepfake —como hizo aquí Cruzcampo con Lola Flores—, se resucitó a un periodista asesinado para lanzar un potente mensaje: «Señor presidente Andrés Manuel López Obrador: soy Javier Valdez, periodista y escritor. El 15 de mayo de 2017 fui asesinado por órdenes de alguien a quien no le gustó lo que publiqué».

Valdez fue asesinado por sus investigaciones sobre los crímenes de los cárteles mexicanos. No es un caso aislado. Más de 120 periodistas han sido asesinados en México desde 2007.

Durante dos sobrecogedores minutos, el periodista revive en el Día de Muertos con un mensaje dirigido directamente al presidente. El objetivo es promulgar un cambio que ayude a proteger la libertad de prensa y a los periodistas lo suficientemente valientes como para hablar sobre estos temas. La campaña #SeguimosHablando ha tenido un impacto transformador en las redes sociales. Cada link era un aliento de vida.

El uso de deepfakes es peligroso en comunicación política y pública al poder manipular la voz y el rostro de cualquier persona con una eficacia sorprendente. Y especialmente sombrío, inquietante y angustioso cuando, además, pretende resucitar a personas fallecidas. Revivir a los muertos para hacerles expresar, con gran verosimilitud, cualquier idea o mensaje —aunque sea por una buena causa— plantea un debate ético de gran transcendencia.

Las organizaciones mexicanas que exploraron este ejercicio de denuncia han cruzado una línea muy delicada, aunque lo hicieron con la aprobación de los familiares del periodista asesinado. ¿Es suficiente? Su denuncia ha sido escalofriante y demoledora en un país en el que convivir con los muertos es parte de la vida. «No me pueden matar dos veces», espeta al presidente Obrador el espíritu de Valdez.

La capacidad tecnológica de manipular la vida (la verdad, los hechos, la realidad) es un desafío que debemos afrontar desde la cultura democrática. Esta campaña estremece y abruma con dudas y recelos. Pero, a la vez, provoca una esperanza trágica. Valdez sigue muerto, pero la voz que querían silenciar, no. Seguimos hablando.  

Publicado en: La Vanguardia (15.07.2021)

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