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Generación muda

La ansiedad por tener que afrontar una conversación telefónica no para de crecer. Se conoce como «generación muda» a los y las millennials y centennials que han sido criados en plena revolución tecnológica, pero a los que no les gusta hablar por teléfono. Y no son los únicos. La voz nos intimida, la simultaneidad concurrente nos incomoda, la sola presencia del interlocutor —del otro— nos tensa.

Un informe reciente realizado por Sensor Tower admite que la instalación de aplicaciones de tonos de llamadas ha bajado un 20%. Hablar sin mirarnos a los ojos, protegidos por la intimidad, y comodidad, del chateo es cada vez una opción preferencial. La presencialidad física o auditiva nos exaspera, nos importuna. Así, la comunicación no verbal, con su capacidad de transmitir información y las enormes potencialidades de la voz (intensidad, tono, timbre o duración), queda excluida de nuestras conversaciones. «No audios» o «Solo mensajes de texto» escriben muchas personas en sus estados de WhatsApp.

Cristina Vela Delfa, de la Universidad de Valladolid, en su artículo Llamadas no, solo WhatsApp: ¿estamos perdiendo la capacidad de conversar?, para The Conversation, afirma: «Los mensajes de WhatsApp se producen en ausencia de nuestro interlocutor. Se pierde la posibilidad de adaptar nuestro discurso a la reacción de nuestro interlocutor, algo natural en la conversación cara a cara.»

Esta generación muda es también impaciente. El tiempo de atención se reduce drásticamente. Nuestra paciencia cognitiva disminuye por un espasmódico comportamiento que prima el consumo rápido y acelerado de información sin capacidad de procesar, discriminar, reflexionar. La sociedad de la atención está desquiciada: Las personas tienden a perder interés en lo que están viendo después de unos 8 segundos, si no es lo suficientemente divertido.

La brevedad como paradigma ha llegado incluso a las famosas charlas TED que sucumben a su propio éxito: «18 minutos son lo suficientemente cortos para mantener la atención, incluso en Internet, pero también lo suficientemente largos para contar lo que importa». La frase es de Chris Anderson, creador de las TED Talks. Hoy se han reducido a solo 10 minutos para mantener su atractivo.

Una comunicación cada vez más asíncrona, acelerada, breve, impaciente… Y muda.

Publicado en: La Vanguardia (7.10.2021)
Fotografá: Robin Warrall para Unsplash

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