Ahora o nunca

En el marco de la Cumbre del Futuro, convocada por la ONU, los líderes mundiales de 143 países votaron a favor de la aprobación del llamado Pacto para el Futuro. Tiene por objetivo «lograr un mejor presente y salvaguardar el futuro». Nada más y nada menos.

António Guterres lo describía como un acuerdo histórico que supone un «cambio radical hacia un multilateralismo más eficaz, inclusivo y en red». Aunque no son pocas las críticas recibidas y las posturas desmarcadas de esta propuesta.

¿Se puede pensar el futuro cuando el presente apremia?
Se puede y se debe. El diseño colectivo de un futuro esperanzador es un ejercicio que no debe abandonarse. Como decía Eduardo Galeano: «La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».

¿Podemos definir metas conjuntas si no estamos de acuerdo con el diagnóstico?
Aunque cada vez resulte más difícil, por no decir imposible, llegar a un diagnóstico compartido es el inicio de cualquier camino. Está claro que los representantes de tantos países no piensan igual y que cada vez se irán ampliando más las diferencias y las brechas. Sin embargo, es sano para nuestras democracias mantener los espacios comunes de diálogo e intercambio.

¿Todavía podemos creer en la ONU?
El año que viene la ONU cumplirá 80 años. Su influencia ya no es la que era, y esto, en parte, se debe a la impunidad que denunciaba el propio Guterres. Los países firman, pero no cumplen. Es fácil culpar al mensajero, pero no es justo a quienes, con sus déficits, lo intentan. Algunos países consideran que la ONU no debería proponer ningún tipo de directrices u hojas de ruta que miran al futuro, cuando es incapaz de ejercer un poder o influencia determinantes para resolver algunos de los conflictos presentes. A pesar de ello, otras voces siguen creyendo en su relevancia para expresar las palabras adecuadas y actuar de argamasa y motor para impulsar un cambio y una transformación tan necesarios.

¿Otro pacto más?
La Agenda 2030 se definió en el 2015. No existía TikTok. Ni se hablaba de ChatGPT. El mundo cambia a velocidades desconocidas. Es necesario actualizar diagnósticos y, con ello, repensar y redefinir objetivos. El Pacto para el Futuro contempla 56 acciones.

La juventud y las generaciones futuras son otro de los pilares clave sobre el que se articula el documento consensuado, que establece una visión y un plan de acción. Los jóvenes han tenido y tendrán un papel central en el proceso de toma de decisiones, aunque, para ello, será necesario llevar a cabo varias reformas y eso nunca es fácil ni rápido.

Tener claro el horizonte que se quiere alcanzar y contar con herramientas para ello es un primer paso. Sumar la capacidad y el potencial de los jóvenes, de manera efectiva, es necesario. El tiempo corre y la situación se agrava. Nuestro presente determinará su futuro. Es ahora o nunca.

Publicado en: La Vanguardia (30.09.2024)
Fotografía: Pexels

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