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El poder político de una taza

En las pasadas elecciones presidenciales norteamericanas de 2008, los medios de comunicación nos mostraron otras encuestas que ofrecían singulares resultados, frente a las tradicionales y conocidas sobre la intención de voto. Sabíamos, por ejemplo, que Obama Tazaganaba a McCain en las ventas de máscaras de Halloween, de libros o incluso de chanclas con sus cabecitas.

Una de las encuestas más comentadas la llevó a cabo la cadena 7-Eleven, que ofrecía al ciudadano-consumidor-elector la posibilidad de elegir el modelo de vaso donde servirle la bebida: ¿Obama o McCain? Al término de cada mes, la popular empresa hacía públicas las ventas de cada uno, mostrando el ránking de preferencias de consumo como un -nuevo- indicador electoral. No fallaron. El 60% de las tazas escogidas fueron las de Obama. También, el café (su venta, su liturgia, su ambiente) fue protagonista en una iniciativa para estimular la participación electoral de los más jóvenes: Starbucks te invita a un café… si votas.

Ahora el protagonismo lo tiene el Tea Party, un movimiento ciudadano configurado por centenares de asociaciones, que ha sorprendido por su fuerza, por su capacidad movilizadora y que ha agitado la política norteamericana, ganando terreno en el panorama electoral. Muchos opinan que el pasado mes de enero el Tea Party jugó un papel decisivo en la victoria del escaño para el Senado por el Estado de Massachusetts, que obtuvo el republicano Scott Brown y que había ocupado durante 38 años el demócrata Ted Kennedy.

El Tea Party ha sabido captar el interés de muchos ciudadanos, canalizando el descontento con la Administración del presidente Obama. Y, a pesar de que el sector más moderado del Partido Republicano no lo ve con buenos ojos, se intenta un  acercamiento estratégico con el objetivo de aunar posturas y evitar futuras sorpresas, ya que los del «té» despliegan un caudal de energía que puede ser muy favorable de cara a las elecciones legislativas del próximo mes de noviembre. Pero parece que, de momento, los miembros del Tea Party prefieren ir por libre o con otro liderazgo. A principios de febrero, celebraron su primera convención nacional en Tennesse, donde la invitada destacada fue la ex gobernadora de Alaska, y ex candidata a la vicepresidencia republicana, Sarah Palin, uno de sus referentes de inspiración por sus posicionamientos más extremos.

El descontento -la ira- que canaliza y potencia el Tea Party se ha instalado en el centro del debate político, junto a los ataques crecientes a la política de Obama que provienen de ese partido y, también, de plataformas como ResistNet o FreedomWorks. Ésta última cuenta con 700.000 afiliados, 400.000 de ellos online. La comunicación de todos estos grupos se produce a través de la red, lo que les confiere un gran poder por la capacidad de difusión de sus ideas.

Frente a ellos, también en Internet, ha surgido una nueva alternativa de base de izquierda para contrarrestar al movimiento ultra: el Coffee Party. En Facebook, Annabel Parker (una anónima cineasta que vive a las afueras de Washington) impulsaba una respuesta colectiva a los ataques constantes del Tea Party. A finales de enero, propuso promover la idea de contestar con un Coffe Party que se materializó días más tarde con la aparición de la página web http://www.coffeepartyusa.com/ en la que podía leerse esta frase: «Despierta y reacciona». Algunos han visto tras este movimiento, la mano del equipo de Obama.

Aunque como señalaba, medio en broma, la analista Rebeca Keys (Universidad de California) lo de menos es que aparezca ahora el partido que falta, el Milk Party, sino que estas plataformas responden al descontento generalizado de la ciudadanía con sus políticos y sus partidos. Según una encuesta del diario The Washington Post, dos de cada tres norteamericanos se sienten molestos con el gobierno federal de Washington.

Las elecciones del futuro (y de hoy) son también combates culturales, estéticos… y emocionales: ¿café o té? ¿rock o country? ¿Mac o PC?  Combates de la cotidianeidad que expresan nuevas confrontaciones políticas de base cultural. Muchos comportamientos políticos se pueden observar (y prever) a través de pequeñas actitudes o reacciones emocionales. Por ejemplo, un estudio del CIS sobre la juventud española, realizado en 2008, desvelaba algunas correlaciones entre la ideología de los encuestados y su psicología del comportamiento. El estudio analizaba estas pasarelas entre la vida y la ideología según las preferencias deportivas, las prácticas sexuales, la posición religiosa, o con el aspecto físico e higiene corporal, entre otros aspectos. La más destacada es, sin duda, la constatación de que los mayores niveles de satisfacción emocional se registran entre las personas situadas en el centro político. Así, la tasa más alta de individuos que se sienten alegres se registra entre los jóvenes de centro y centroizquierda. La felicidad, la insatisfacción o el nerviosismo parece que tienen ideología… e intención de voto.
Resulta sorprendente o curioso todo ello, pero también es relevante constatar que las ideas no sólo se piensan sino que, sobre todo, se viven, se sienten y se perciben. Es la vivencia emocional de las ideas lo que configura las predisposiciones ideológicas y electorales de los ciudadanos. Precisamente lo que convierte en actores políticos decisivos a movimientos como el Tea o el Coffe Party es la construcción de lazos emocionales y relacionales como base de una organización de estructura en red, comunitaria, autónoma y vinculante entre sus miembros, que es capaz de polarizar el debate público, de incidir en los resultados electorales y de dejar en evidencia los límites de la política formal.

Publicado en: Público (05.04.2010) (versión pdf)
Enlaces de interés:

Documento power point «Las tazas políticas en Estados Unidos: mugs»

Tea Party. Las raíces intelectuales (Marc Bassets)
Manual de instrucciones
Fuente: La Vanguardia (19.09.2010)

Los ultraconservadores hacen una demostración de fuerza ante la estatua de Lincoln
Fuente: El País (28.08.2010)

Astroturfing (Josep Maria Ruiz Simon)
Fuente: La Vanguardia (26.01.2010)

Mucho té y pocas luces
Fuente: La Vanguardia (06.03.2010)

Los demócratas prefieren café

Fuente: El País (07.03.2010)

Irrumpe en EE.U. otro grupo político: el Coffe Party
Fuente: lanacion.com (07.03.2010)

Café contra té en EEUU
Fuente: adn.es (11.03.2010)

El Tea Party y el Coffe Party
Fuente: Globedia (08.03.2010)

El Tea Party llega al Supremo (surge un nuevo grupo de apoyo en Internet, el Liberty Central)
Fuente: El País (19.03.2010)

«Los políticos de izquierda ya no entienden la furia de la gente común» (Thomas Frank)
Fuente : Público (20.03.2010)

Motín a la hora del té (M.Á. Bastenier)
Fuente: El País (17.03.2010)

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31 COMENTARIOS

  1. Aquí tenim l’evidència que la política és eficaç si s’escampa en altres àmbits. Un simple souvenir com una tassa pot ajudar-nos a saber per quin candidat es té més simpatia. La societat, per molt més que molts no ho sapiguen veure, necessita que la política estigui encara més present a les seves vides, però d’una forma emocional. És aquesta la manera de fer que l’electorat sigui més fidel a les urnes i es prengui la política com alguna cosa que els afecta.
    Comparació una mica absurda, però certa: si jo bec la llet amb una tassa del Mickey perquè tinc bons records de petita i va formar part de la meva «infància televisiva», perquè no beure amb la d’un polític que quadra amb el meu pensament i ideologia? Segurament aquí encara es veu molt verd tot això, però està clar que als EUA la política ha madurat, a través del sentiment, pel bé de tots: polítics i electorat.

  2. La emoción es la clave, como muchas otras veces has reseñado. Por eso se hacen «mítines emocionales», se saca a niños a la palestra, se apela a las creencias más básicas y relacionadas con patrones de la infancia, se meten con calzador las tradiciones en el discurso político…todo vale para fomentar la «emocionalidad» del votante y dejarle poco margen para «racionalizar» sus decisiones.

  3. Antoni, me ha gustado mucho tu artículo porque pienso que el resorte es la emoción.
    Pero pienso que el siguiente paso consiste en observar qué «calidad» tiene esa emoción y sobre qué ideas está sustentada, para valorar la fuerza y la raigambre del movimiento ciudadano que suscita.

  4. Home, tant com que el Tea sigui «ultra» i el Coffee la «nova alternativa d’esquerra contra el moviment ultra»…
    Que dir Taxed Enough Already es consideri ultra és bastant… «frívol»?

  5. Hola Arnau,
    Crec que no es tracta tant d’impostos, que és un tema legítim sobre el qual es pot protestar, com d’organitzar-se per a establir altres polítiques ultraconservadores, que tenen més a veure amb la lluita anti-Obama (anomenant-lo socialista), difonent rumors i altres idees que el Tea Party impulsa, capitalitzant així l’odi vers aquells que no són o no pensen com ells i, en aquest cas, el tema dels impostos és un bon reclam, no?
    Salutacions

  6. Em vaig quedar molt curt al primer comentari.
    El tema impostos és un gran reclam, enorme. Però cal tenir en compte els intents d’apropiació per part de tothom, dels quals Sarah Palin n’és el cas més exagerat (crec que si hagués d’haver-hi algun republicà, McCain hi encaixa infinitament més), però on també s’hi han ficat alguns elements de l’ultra-dreta/supremacistes/etc, i més que intentaran aprofitar el ‘momentum’. que aprofiten, com tots, per deixar anar la seva diatriba.
    Que el TEA, si es que finalment es solidifica i es converteix en ‘party’, ha de vigilar el seu propi discurs és ben cert, però d’aquí a titllar el moviment com a ‘ultra’ penso que n’hi ha un bon tros.

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