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Cambiar de chaqueta

Publicado el 28.08.2007
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«Cambiar de chaqueta» es una expresión muy conocida y extendida en la opinión pública que utilizamos para identificar las traiciones -especialmente las políticas- como el transfuguismo, pero también los cambios radicales o súbitos de posición ideológica y partidaria, así como aquellos que afectan a las lealtades personales. Siempre me ha sorprendido la popularidad de la expresión aunque, como muchas otras que forman parte de nuestra cultura, su origen es poco conocido incluso para los políticos y para los medios de comunicación que la utilizan frecuentemente.

Antiguamente la expresión era cambiar o volver la casaca y la frase tiene un origen militar como muchas otras que forman parte del lenguaje político (combate-pacto, estrategia-táctica, atacar-defender…). Los ejércitos se distinguían por la casaca que llevaban sus combatientes sobre la cota de mallas o la armadura. En las guerras de religión que tuvieron lugar en Francia durante el siglo XVI, los católicos llevaban las casacas con cruces rojas, mientras que los calvinistas las llevaban completamente blancas. Para engañar al enemigo, los unos y los otros se daban la vuelta a la casaca. El origen de la expresión es, pues, la explicación de un ardid, un engaño que ambos ejércitos utilizaban para despistar al enemigo haciéndose pasar por compañeros de armas, ganar su confianza y atacar desde la proximidad.

La expresión ha hecho fortuna y ha llegado hasta nuestros días con una formulación más agresiva que se lanza como un dardo de denuncia (y de insulto) al que traiciona o cambia: «¡Chaquetero!», se le grita.

obamaPero las chaquetas en política tienen su importancia -tanto para los hombres como para las mujeres- como parte fundamental del vestuario,  aunque muy pocas son utilizadas como soporte semiótico y comunicativo. Barack Obama, por ejemplo, ha conseguido ser considerado uno de los hombres mejor vestidos por la revista «Esquire» en el 2007 gracias al corte impecable y la sobriedad de sus americanas  negras, de solapas largas y estrechas, que, junto a sus constantes camisas blancas de cuello duro y sus habituales corbatas de color granate, le confieren una imagen aseada, elegante y serena que favorece la percepción de seguridad y de tranquilidad que tiene de él la opinión pública norteamericana.

Muy diferente al uso que de la chaqueta han hecho, recientemente, dos protagonistas de la vida política francesa, aunque haya sido de manera circunstancial.

MarieLaureMarie-Laure de Villepin sorprendió a los medios de comunicación y a toda la opinión pública con una impresionante chaqueta blanca salpicada con las palabras «Adiós», «Salut, «Bye-bye»… que en forma de etiquetas de color azul estampaban su americana de botón único. Toda de blanco, con las manos en la espalda (para que se viera bien su estampado) consiguió un lugar en la historia visual de Francia el mismo día en que, al pie del Palacio de Matignon, esperaba con su esposo, Dominique de Villepin, el traspaso de poderes al nuevo jefe del gobierno, François Fillon. Nada fue casual. Pactado con su esposo o no, consiguió que la foto del traspaso que todos los medios reprodujeron, se centrara en ella y no en el primer ministro saliente. Fantástico. ¿Le protegió o se reivindicó?

Otra singular chaqueta blanca fue lucida en este caso por Muamar al-Gaddafi sarkozygadafidurante la visita de Nicolás Sarkozy en su polémico viaje a Libia, posterior a la liberación de las enfermeras búlgaras. La chaqueta de Gaddafi llevaba un estampado único del perfil de África, como una gran marca o divisa, a la altura del corazón. El diseño ganaba en visibilidad por el contraste: camisa negra bajo la chaqueta blanca, sus permanentes gafas oscuras y un pañuelo de color tierra que le cubría sólo el lado derecho, dejando muy evidente el dibujo compacto en negro.  No es la primera vez que la silueta continental adorna sus complementos, especialmente sus camisas. Gaddafi es un superviviente nato y para ello no ha dudado en utilizar la reivingadafidicación africana como parte de su estrategia para conservarse en el poder.
¿Se imaginan a algún presidente con el perfil del viejo continente como parte del diseño de sus chaquetas o de sus estampados en las cumbres europeas? Gaddafi ganó, una vez más, protagonismo mundial con la gestión de su icono. Esta vez, con la chaqueta.

Quien ha cambiado la chaqueta oficial por complementos de lujo es Mijaíl Gorbachov que recientemente ha estado de actualidad por posar para la firma de complementos de viaje Louis Vuitton en un impresionante reportaje fotográfico de Annie Leibovitz, con los restos del Muro de Berlín de fondo y de contexto narrativo de la fotografía. gorbachovUn largo viaje estético y simbólico para quien contribuyó a derribar el Muro y ahora se retrata con lo que queda de él para una de las marcas símbolo de la economía del lujo capitalista. Las vueltas que da la vida… y la Historia. La campaña cuenta también con otro «reparto» de lujo, de la mano de la actriz Catherine Deneuve y la pareja de tenistas André Agassi-Stefi Graff que también posaron para la gran artista.

Documentos de interés:
Evo Morales se intercambia la chaqueta con Lula da Silva
Fuente: El Periódico (11.11.2007)

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