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«Prefiero la política en las redes sociales a una parapetada tras sus muros»

Entrevista con Javier Gómez para el diario Málaga Hoy que reproduzco a continuación y que se ha publicado hoy en distintos diarios del Grupo Joly como el Diario de Sevilla:

Viene de dar a más de cincuenta alcaldes un curso sobre liderazgo político y comunicación organizado por la FEMP en Madrid y esta tarde, a las 18 horas, ofrece una conferencia-coloquio en el Colegio de Médicos de Málaga. La vida de Antoni Gutiérrez-Rubí, eso que, seguramente a su pesar, llamaríamos un gurú de la comunicación, es un constante viaje. El 80 por ciento de los encargos de la consultora de comunicación estratégica que dirige desde hace 25 años llegan del extranjero, y la mitad son ya para empresas privadas, no líderes políticos. Es autor de varios libros de referencia sobre el marketing político y la democracia, profesor en varias universidades, influyente bloguero y certero analista de la actualidad.

-«No he podido cumplir con mis compromisos electorales porque he tenido que cumplir con mi deber». Titular de Rajoy en el debate sobre el estado de la nación.
-Es un titular perverso, muy perverso, porque el presidente nos está diciendo que no puede asumir sus responsabilidades, que sólo puede hacer lo que le dicen, que no puede cumplir su voluntad.

-Uno diría que nos está hablando otra vez de la herencia recibida…
-Cuando dice que no puede cumplir, que tiene que hacer cosas que no quiere, en el fondo me transfiere a mí, al ciudadano, que esa pérdida de control en la responsabilidad no es culpa suya, sino que lo hace por mí y por condiciones externas. El nivel de desbaratamiento moral de la frase es muy bestia. Poner como disyuntiva moral el deber y la promesa electoral, el deber y la voluntad, sitúa al presidente en la pérdida de la responsabilidad. Es una frase que entiendo porque conozco cómo funcionan los laboratorios de construcción de marcas mentales, pero es de efectividad corta. Ganas un primer espacio, pero estás destruyendo el concepto de lo que es la voluntad política y democrática, que es poder hacer lo que has prometido y representar a los ciudadanos que te han elegido en función de eso. En el fondo, esa frase es: «Lo que tú votas puede no ser importante».

-El peligro de ese mensaje de que nos lo imponen todo desde fuera es que se invita a la rebeldía, a votar a alguien como Berlusconi.
-No quiero extrapolar el caso italiano al español, pero en el debate el presidente estuvo a punto de decir que gracias a él, a él y sólo a él, España no ha sido intervenida. Y lo ilustró de una manera casi infantil, frágil e inmadura, como su capacidad de resistencia de 36 horas sin dormir o la carta muy severa que envió a Van Rompuy. Fue un poco osado decir que gracias a él el euro no se ha roto. Pero fue su propuesta en el debate y le ha funcionado. Se ha reivindicado ante los suyos. Porque ha sido un discurso ante los suyos, a su bancada, dirigido a los que empezaban a tener dudas sobre si Rajoy era la persona adecuada para terminar la legislatura. Él ha ido a cerrar esa puerta, con un discurso potente y abrumador, en tono alto.

-A Rubalcaba se le ha criticado mucho su tono bajo en la crítica.
-Esperábamos a un presidente cabizbajo, hundido, preocupado, incluso ruborizado por la presenta corrupción y financiación irregular del PP, y vimos a un presidente que en lugar de defenderse pasó al ataque. Este movimiento fue inteligente. Y también aplicó el principio de que no se habla de lo que no interesa.

-Bárcenas.
-No se habla de Bárcenas, no se habla de la monarquía, no se habla de los recortes.

-Pero esos son justamente los temas que están en la calle.
-Sí, pero es que Rajoy cree que lo que no se nombra no existe. Es un político atrapado por su personalidad. Cuando él dice que a veces lo mejor es no tomar una decisión, es que lo cree. Cree que la inmovilidad es avanzar, que en un momento de convulsiones, el que aguanta firme, gana, el que resiste, vence. Hace de la inmovilidad su principal fortaleza.

-Eso es Cela, ¿no? Muy gallego.

-Bueno, es una tradición muy profunda gallega y española. En su caso no es sólo la resistencia a la adversidad, sino la inmovilidad, la estatua de sal. Y así actúa de faro cuando todo el mundo se mueve. No me muevo y soy un faro, y en situaciones convulsas, de poca claridad, de confusión, de niebla, el que está donde tiene que estar es el que guía. Rajoy no es un tipo que abra camino, es un tipo que está, digamos, como un faro.

-Una forma extraña de liderar.
-Es un modelo de liderazgo muy particular, el de la fortaleza por la inmovilidad, el del silencio como argumento de control, de poder, y el de la gestión del tiempo.

-Teniendo en cuenta que el líder fue nombrado a dedo…
-Pero es la oferta que nos hace. Él no desea ser amado, pero sí respetado. No quiere seducirte, pero quiere ofrecerte la idea de que es el más seguro en estas circunstancias, porque es el hombre tranquilo, el tipo sereno. La oferta que nos está haciendo es que su carácter, su estilo, su personalidad, es lo mejor en circunstancias adversas.

-En contraposición a Zapatero, el de los grandes discursos.
-Claro, era el tipo que abría camino, el que iba por delante, al que había que seguir. A Rajoy no hay que seguirle, Rajoy está, no pretende ser seguido, sino administrar su poder desde la inmovilidad. Y cree que esa es la mejor fortaleza. Quizás no sabe hacer otra cosa. Pero no le ha ido mal. Es el presidente del Gobierno.

-Otra frase desconcertante, que todo lo publicado sobre él y los dirigentes del PP y los sobres de Bárcenas era rotundamente falso, «salvo alguna cosa».
-Rajoy es un tipo que hace de la ambigüedad y de un discurso enigmático, incluso encriptado, una manera de no hacer frente a la verdad. Es una manera sutil, y para mucha gente tramposa, de abordar la verdad, pero es su manera. Encriptarla. Como cuando dijo que nadie probará nunca que Bárcenas no es inocente. En el fondo viene a decirte: «yo no voy a decir la verdad, pero tendrás tú que probar que estoy mintiendo». Eso puede ser un derecho en la justicia, pero en el terreno político es una falta ética. No me puedes decir eso, presidente: «Ah, demuestra que he mentido».

-Parece probado que el PP ha mentido sobre su tesorero.
-Sí, pero no encontrarás una frase de Rajoy en donde él quede atrapado. Es difícil atraparle en una mentira flagrante. Tiene la rara habilidad de ser escurridizo. Y una personalidad muy peculiar.

-¿Qué opina de esas comparecencias sin preguntas, esas falsas ruedas de prensa, cada vez más habituales?
-Me parece algo muy grave, una burla a los medios de comunicación, que representáis a las empresas pero también a los ciudadanos que tienen derecho a la información. Es la instrumentalización de la información, porque sólo quieren que vaya en una dirección.

-¿Cómo puede defender eso en estos tiempos algún asesor?
-Hay una escuela de comunicación y asesoría política que cree que la mejor manera de evitar un problema es evitar la comunicación. Es decir, en el fondo a Rajoy le molesta la comunicación, sabe que es importante en esta sociedad, pero le importuna, le molesta. Digamos que a él le gustaría gobernar con el BOE, nunca ve la comunicación como una oportunidad, sino como un riesgo. Es una zona que no controla. Y para alguien que siempre quiere jugar a no perder, entrar en un terreno que no controle le incomoda.

-Además de falsas ruedas de prensa, también hay falsas entrevistas, como la de Hermida al Rey.
-Eso no lo considero entrevista.

-Ni nadie. ¿Cree que la Casa Real cumplió su objetivo con aquello?
-De la misma manera que pienso que acertaron bastante en el discurso de Nochebuena, creo que cometieron un gravísimo error con esa entrevista, que buscaba aparentar una cordialidad y proximidad articial que la convirtieron en una caricatura.

-Tampoco dijo mucho de nuestra democracia.
-Es lo que ven los ciudadanos, que nuestra democracia no es suficientemente profunda.

-¿También defiende una segunda transición?
-Cada vez hay más ciudadanos y partidos que consideran que nuestro sistema institucional ofrece síntomas claros de agotamiento, que no le permiten entender las nuevas realidades y demandas. La velocidad de las reformas tiene que ir al menos en paralelo a la velocidad de los cambios en la sociedad. Porque cuando los cambios en el exterior son más rápidos que en el interior, el fin está cerca. No puedes ser una institución al servicio de una sociedad que va a unas revoluciones más altas, porque entonces ocurre lo que estamos viendo, que la sociedad no se reconoce en sus instituciones, porque no hablan su mismo lenguaje, no la comprenden. Estamos ante un problema muy serio, pero más que de una segunda transición, me gusta la idea de un reset, de reiniciar nuestro sistema.

-¿Se puede hacer ese reseteo con los mismos políticos?
-Los políticos están comprendiendo que tienen menos poder del que creían. No sólo por las restricciones presupuestarias o competenciales. De alguna manera la política democrática está siendo percibida como incapaz de dirigir la sociedad. Falta una democracia adecuada a la escala de los problemas y hay una gran desproporción entre los poderes económicos y los políticos. A lo que hay que añadir una ley de partidos y electoral que hace que los procesos de elección de dirigentes políticos sean deficientes. Los partidos políticos son la institución social que menos reformas ha hecho, siendo la que debería protagonizar la construcción del espacio público. Y cuando hay alguna, como el supuesto proceso de primarias, vemos lo que cuesta.

-Los partidos no perciben las primarias como algo bueno.
-Pero igual son buenas para los ciudadanos.

-¿Qué es lo primero que recomienda a un político?
-Lo más importante es comprender la audiencia. Si comprendes a quién te diriges, entiendes mejor el momento, la forma, el tono. La capacidad para comprender la demanda social es fundamental en la política. Si no entiendes a tus ciudadanos, es difícil que puedas hablarles. Por eso es importante tener dietas informativas diferentes del pressclipping, contactos más allá de la agenda oficial. Porque cuando estás en el poder, su líquido amniótico te aleja de la sociedad.

-En España parece que un asesor político debe tener el carné.
-Es gravísimo y genuinamente español. Sólo pasa en España. Yo he trabajado para casi todos los partidos del arco parlamentario. Y es muy sano y conveniente. Desconfío de un asesor que me garantiza su voto. Quiero su talento, no su voto. Si sólo puedes contratar a quien te vota, no tienes un asesor, tienes un palmero.

-¿No son un riesgo las redes sociales para los políticos? Acaban diciendo lo que piensan de verdad.
-Eso no está mal, lo que hay que saber es decirlo. Sobre ese riesgo, les decía a los alcaldes de la FEMP que era como cuando sus madres les decían que no salieran a la calle, que se podían resfriar. ¿La alternativa cuál es, quedarte en casa o salir a campo abierto? En la cultura digital estamos más en campo abierto, hay menos barreras y tabiques, menos escaleras. Prefiero evidentemente una política a campo abierto que una política parapetada en sus muros. Las redes sociales son una oportunidad para hacer política de otra manera, que es lo que la gente está pidiendo.

-¿Ganará el político que entienda eso?
-Ya podemos afirmar que quien pierde en las redes sociales muy probablemente perderá en las urnas. Todavía no puedo asegurar que quien gane en las redes sociales lo hace en las elecciones, pero quien pierde, seguro.

Enlaces asociados:
Comunicación política y liderazgo en Líder Escuela de Gestión
Antoni Gutiérrez-Rubí analiza las claves de la comunicación política en el Colegio de Médicos (Diario Sur. La mirilla, 28.02.2013)

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