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TDT: Trinchera Digital Terrestre

Publicado en: El País (23.02.2010) (versión pdf)

Hay un tipo de oferta informativa o de entretenimiento que ofrece un falso y artificial formato de debate, con gran éxito de audiencia. Se adultera la confrontación propia de una tertulia para mostrar, sin más, un espectáculo bélico de palabras y gestos, una guerra sin cuartel de trincheras estéticas e ideológicas, donde las personas se convierten en personajes bajo guión y sin reflexiones propias.

En estos espacios, la participación de los ciudadanos carece de valor demoscópico y se reduce a un carrusel degradante de opiniones insultantes, injuriosas o de mal gusto. Impera el ruido cacofónico, el prejuicio hostil y la forma gruesa que inhibe a sensatos y moderados. Alimentando las pasiones se les expulsa, ya sea en la Red, en la radio o en la televisión, con una propuesta que combina lo soez con lo ruin y el morbo con el bochorno.

Aunque parezca increíble, esta propuesta resulta atractiva y eficaz para determinados discursos y posicionamientos con cuotas de audiencia crecientes y con consecuencias políticas y sociológicas muy precisas. Es una oferta formal que deviene estrategia de fondo y que otorga a los duros el papel de liderazgo de los bloques sociológicos, en especial, en el espacio ultraconservador. Y para ello, no se duda en utilizar técnicas precisas de adoctrinamiento inconsciente que bloquean, como inhibidores, a la razón, y estimulan las más bajas pulsiones de millones de personas que, renunciando a pensar o razonar por sí mismas, sólo pueden repetir consignas inflamadas de desprecio inicial y que suelen acabar, la mayoría de las veces, en odio irracional hacia el adversario, el distinto, el opositor.

En este contexto, el aumento de cadenas de televisión ultraconservadoras no es algo nuevo y se apoya en una tupida red de redes que retroalimentan la emisión audiovisual desde el activismo digital. En Estados Unidos, por ejemplo, triunfa la cadena FOX, que incluso convoca manifestaciones anti-Obama (a quien llaman comunista). Todo ello, con el apoyo inestimable de redes como FreedomWorks, Tea Party Patriots y ResistNet. El mayor emblema conservador, Bill O’Reilly, ha sido desbordado por extremistas como Glenn Beck o Sean Hannity. Sus diatribas, insultos y mentiras generan opiniones radicales que, dada su fuerza expresiva y su capacidad de zumbido propias del rumor y del libelo, están haciendo que el mensaje ultraconservador salga a la luz, persuadiendo a muchos republicanos para que radicalicen su postura y su ideología. Y ése es el objetivo. No sólo quieren destruir al adversario político, sino que quieren ocupar ese espacio conservador y hacerlo suyo. Es la técnica de «ocupar y expulsar».

El odio se propaga bien en la Red (también en televisión). Su carácter viral, junto con una cierta pasividad individual a la violencia retórica de algunos fanatismos online, son un excelente caldo de cultivo para el virus del odio social, cultural o político. En la Red los más radicales suelen ser los más fuertes. En mayo de 2009, un informe del Simon Wiesenthal Center afirmaba que se ha registrado un incremento del 25% en el número de grupos ‘problemáticos’ en las redes sociales en Internet durante el último año.

La derecha democrática, articulada alrededor de partidos políticos, puede quedar secuestrada o condicionada por los agitadores radicales. Ya sucede en Internet donde la fuerza de las redes radicales ha fragmentado el espacio civil democrático, ha demonizado a los adversarios y ha encuadrado, con disciplina militar y férrea, a un nutrido -y creciente- ejército de activistas que actúan sin dudar. Frente a ellos, la mayoría democrática y progresista,  se retira, inconsciente del progresivo avance de este nuevo radicalismo, y se cobija en confortables espacios menos exigentes y dados a la confrontación pero que, aislados y descoordinados, ofrecen poca capacidad de resistencia organizada ante tanto alboroto y destrozo.

Hoy, de los diez espacios digitales más importantes en España (que no sean versiones online de prensa escrita), ocho son de pensamiento abiertamente conservador. Y sus estrategias, ahora, empiezan a desplegarse en la TDT (Televisión Digital Terrestre) como un nuevo escenario de batalla que no ha hecho nada más que comenzar. La irrupción de programas exclusivamente ideologizados hacia posiciones políticas ultraconservadoras, como los que se emiten, ha hecho aparecer nuevos relatos que configuran e influyen en la opinión pública y que antes eran simples mensajes reproducidos en algunos diarios, emisoras o páginas web.

La finalidad de la propaganda radical no es tanto la de informar sino la de hacer un uso sistemático de símbolos y palabras (incluso de violencia verbal) con la intención de alterar y controlar las opiniones públicas. Esta oferta audiovisual sólo suministra a sus espectadores lo que quieren escuchar, redoblando las dosis de adoctrinamiento que generan dependencia emocional, al tiempo que construye una comunidad de pensamiento uniforme y exalta los sentimientos. El objetivo de la comunicación es, entonces, exaltar esas emociones para radicalizarlas en forma de pasiones… digitales y muy terrestres.

Enlaces de interés:
Los ‘Tea Party’ contra Obama
Fuente: El País (6.02.2010)

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30 COMENTARIOS

  1. He leido su artículo y no puedo estar más encontrar. Según usted, uno no puede ser católico ni conservador, sin llevar el apelativo ultra a su diestra. Es más usted niega que esa ideología tenga una representación en la TDT.
    Por favor, limítese primero a definir el termino «ultraconservador» y tenga un poco de cultura democrática

  2. He leído esta mañana su artículo en El País. Me gusta por su buena escritura y su tono argumentativo, pero me parece parcial. El tema me interesa mucho, y no en vano escribí mi tesis sobre «El periodismo como foro de debate». Esa tendencia a convertir la discusión política en un «espectáculo bélico» y a las tertulias mediáticas en «trincheras ideológicas» es un virus que se propaga en el corazón de la democracia donde anida la cultura cívica y la formación del juicio político. Pero no es un problema reciente y, sobre todo, el foco del contagio no se encuentra exclusivamente en el «espacio ultraconservador». Es ahí donde su argumentación flaquea hasta caer (no en las formas pero sí en el fondo) en la misma ceguera crítica que denuncia. Solo se puede señalar a los agitadores de ultraderecha como culpables de sembrar el odio social y de arrinconar hasta el silencio a «la mayoría democrática y progresista», si uno ve la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. Calumniar a un ex presidente y boicotear una conferencia suya en una universidad, apelar al miedo con la constante equiparación entre derecha democrática y fascismo-franquismo, asociar derecha con ‘los ricos’ e izquierda con los ‘pobres’, izquierda con el Bien/Solidaridad y derecha con el egoísmo, elogiar a Hugo Chavez y compadecer al padrecito Castro, etc, son formas también de propaganda radical, adoctrinamiento ideológico, violencia verbal, pensamiento uniforme, exaltación de sentimentos y radicalización de pasiones. Su artículo quedó un poco tuerto, pero es una buena reflexión que contribuye a razonar sobre la responsabilidad de los medios periodísticos en una democracia.

  3. Dentro de que su articulo esta fenomenalmente planteado, creo y entiendo que tiene un sesgo profundamente injusto. Dentro de que cadenas de la TDT manifiesten su editorial de una manera clara, me parece injusto hablar de ultraconservadores, y me parece injusto que cuando en todas esas tertulias van personas de ideologia totalmente distinta a la editorial de la cadena. Ejemplos: Antonio Miguel Carmona, Raimundo Castro, Esther Jaen, Fernando Berlin, Elena Valenciano, etc etc.
    Hablas de espectaculo belico, guerra sin cuartel, porfundamente injusto. Cuando empece a leer tu articulo pense que te referias a la Noria, pero veo que no, que te refieres a los que no entran en el pensamiento unico. Enric Sopena ¿Donde lo encuadras? Maria Antonia Iglesias ¿Donde?
    Me parece que el pluralismo en las cadenas es importante, y es fundamental que todo el mundo encuentre su aposento informativo, pues antes ese no existia en television. Gracias

  4. Comparto la opinión de Enrique, y aún más me parece, que el asunto va más allá de analizar cómo determinado medio, en este caso el digital, se instrumentaliza.
    Parece ser que el reemplazo de la Idea por la Consigna, y del Pensamiento por la Creencia, están en la base de el llamado «Marketing Político», que es estrategia indisolublemente ligada a las formas actuales de la democracia, y los sucesivos medios no han sido más que el instrumento de ello, y no su causa.
    Podríamos haber dicho lo mismo del reemplazo de la lectura de libros por la lectura de artículos de opinión, y del reemplazo de esta lectura por el consumo de debates televisivos, así como hoy lo decimos de espacios de opinión como este mismo que estamos ocupando, endosándole una culpa que no le es propia.
    Por otra parte, y como bien apunta Enrique, el fenómeno de apropiación de estos medios por sectores radicales de opinión, no es privativo de las derechas conservadoras.
    En mi país, y a propósito del reciente triunfo eleccionario de una coalición de partidos de centro-derecha, han sido los sectores de izquierda los que han reaccionado desatando «floods» de opiniones dogmáticas, cargadas de agresion verbal y descalificaciones de las autoridades electas y de quienes votaron por ellas, restándole de un plumazo el sustento al sistema democrático que históricamente han defendido, y proliferan los grupos de tales características en redes sociales y en foros de opinión de medios digitales.
    Para muestra, lo invito a leer columnas de opinión política y sus correspondientes «foros de debate» en medios como http://www.theclinic.cl o http://www.elmostrador.cl
    Saludos cordiales.

  5. Antoni el artículo que has publicado en El Pais esta mañana es lamentable. Creo que esto es una democracia y, precisamente, la gracia que tiene es que puedan expresarse aquellos que piensan exactamente lo contrario que yo. No tiene ninguna gracia tolerar las opiniones de aquellos con los que de forma general estamos de acuerdo. Así cualquiera es un demócrata.
    Precisamente, lo que no necesita este país es encontrar esta mañana otro artículo más como el tuyo.
    Lo que necesita este país es más sentido común.
    Y te recuerdo que igual que la derecha democrática puede quedar secuestrada por radicalismos… suponiendo que ésto sea cierto. También puede quedar secuestrada la izquierda democrática… Pero de eso no has escrito nada. Tu amo no te lo hubiera permitido.
    Lamentable… además de escasamente fundado y parcial.
    Los ultraconservadores también tienen derecho a comer y a expresarse. El mismo derecho que tiene la gente de Prisa que está usando tu famélico planteamiento para intentar competir en el mundo de las TDT con unos competidores que ahora mismo le sacan ventaja.
    Por otra parte, no te veo muy preocupado por la gente de ultraizquierda y, a este sentido, te invito a que consultes los foros de El País y Público.

  6. Por esto mismo que dices, tengo amigos que leen El País, escuchan la Ser y ven TV1, porque lo llevan haciendo tanto tiempo estos medios, que ya han conseguido que la izquierda de este pais esté alienada al servicio de unos pocos fascistas que no tienen ningún pudor en recortar derechos bajo el lema de progresismo que ellos mismos se han puesto. Efectivamente, se cree el ladrón que todos son de su condición.

  7. No entiendo como alquien se dice democrata y no comprende que yo me considero ideologicamente de derecha y no por ello no soy democrata. Creo que su opinion excluente es la que yo llamaria radical-antidemocrata.

  8. No creo que el artículo esté desencaminado. Además de bien hilado y escrito, como nos sueles deleitar. Veo que se ha encendido una polémica a cuenta del artículo que no deja de mostrar escenas reales.
    Evidentemente que toda persona tiene derecho a expresar su opinión. Es más, no creo que el artículo criminalice a nadie. Al contrario, reflexiona sobre una realidad, la de cadenas que de forma premeditada muestran debates absolutamente sesgados. Con echar un vistazo a según que programas ya basta.
    Por no hablar del uso de la publicidad para criminalizar colectivos, como LGTB. Eso son muestra más que visible de esa trinchera a la que haces referencia, de ese campo de batalla ideológico muy alejado, a mi juicio, de la información.

  9. Gracias por vuestra participación.Evidentemente, la democracia va pareja con la libertad de expresión y la pluralidad de opiniones, que respeto absolutamente.
    No comparto todas vuestras valoraciones, pero os agradezco la franqueza, aunque lamento y rechazo algunos prejucios respecto a mi profesionalidad, intención o talante democrático.
    Sí, claro está, la descripción que hago sobre el funcionamiento de determinadas concepciones de debate o de información favorecen… «todo» tipo de radicalismos, no sólo los ultraconservadores.
    Mi artículo profundiza en una determinada realidad pero no excluye otras.
    Tres puntualizaciones:
    1. No tengo más amo que mi conciencia. Rechazo y me molesta cualquier otra interpretación.
    2. No participo de ninguna «ofensiva» mediática o empresarial. Escribí mi artículo hace semanas. Y sólo respondo de lo que firmo.
    3. No pretendo criminalizar ninguna opción política o ideológica. Simplemente describo, a mi juicio, cómo funcionan los mecanismos de simplificación en la construcción de arquetipos políticos.
    Un abrazo

  10. Antoni,
    tu articulo es una muestra de opinión sobre conceptos que van más allá de una pura ideologia; van a poner el dedo en la llaga de la decantación hacia posiciones radicales, cuando no de campañas específicas. Yo entiendo en tu relato el intento de mostrar determinadas estrategias de información que llegan a ser, de tan deterministas, desinformación, pero a eso juegan unos y otros. Ponerlo de manifiesto es ya un ejercicio de limpieza informativa; claro que es lógico que los que ideológicamente estan en contra lo manifiesten, pero no debemos olvidar que, al contrario de lo que muchas veces se ha planteado, las ideologias no desaparecieron con el Muro de Berlín, estan muy presentes mal que les pese a muchos. En los usos que cada uno hace de los medios también está el mensaje, y este articulo tuyo demuestra posicionamiento y claridad, muy lejos de los encapsulamientos que algunos intentan justificar.
    saludos cordiales

  11. «Hoy, de los diez espacios digitales más importantes en España, ocho son de pensamiento abiertamente conservador»: Me quedo con este dato que me parece, por lo menos, preocupante. Hace unos días, publiqué un post sobre TDT: mucho me temo que la calidad de imagen y sonido no venga acompañada de la calidad de los contenidos. Un saludo: emilio
    PD. Ya sé que mi comentario es un poco tardío. Dídac Gutiérrez me ha enviado un enlace y…¡aquí estoy!

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